Dos hombres, enredados en el odio y la enemistad más profundos, por casualidad reservan el mismo viaje en barco. Cuando suben a bordo y se reconocen con disgusto, buscan la mayor distancia posible entre ellos, uno va a la proa de la barcaza, el otro a la popa.

El barco zarpa y, al cabo de un tiempo, comienza a formarse una tormenta. La tormenta se desata con toda su fuerza destructiva. Las olas crecen en proporciones cada vez más amenazantes. Poco a poco, el pánico empieza a cundir entre los pasajeros. Entonces el hombre de la proa se dirige al capitán y le pregunta: “Le pido que me dé su opinión de forma implacable, abierta y honesta -le aseguro que puedo soportar la verdad-, ¿cómo valora el peligro actual en el que nos encontramos? ¿Crees que es posible que naufraguemos y nos enfrentemos así a lo peor?”

“Si quiere saber mi respuesta sincera: la situación es realmente muy amenazante. Tengo algunas esperanzas de que superemos esta tormenta de una pieza después de todo, sin embargo, no puedo descartar completamente lo peor, un naufragio”.

“¡Está bien! Gracias por su franca respuesta. Permítanme hacer una segunda pregunta: Si nos hundimos con todas las manos en esta tormenta, ¿se hundirá primero la popa o la proa en el mar embravecido?” – “Según el diseño y la distribución de la carga, lo más probable es que la popa se hunda primero y la proa después”.

Una sonrisa de satisfacción se dibuja en el rostro del interrogador. “¡Si es así, la muerte será fácil para mí, si se me concede ver a mi enemigo hundirse primero!”

Fuente:

Milling, Hanna. Storytelling – Konflikte lösen mit Herz und Verstand: Eine Anleitung zur Erzählkunst mit hundertundeiner Geschichte. Página 287

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