Introducción
Módulo 1: Fundamentos de la Transformación de Conflictos
Módulo 2: Comprendiendo el conflicto I - Bases y Enfoques
Módulo 3: Comprendiendo el conflicto II - Herramientas
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Emociones en el conflicto

En el siguiente extracto del ensayo “Emociones”, la científica Michelle Maiese, que trabaja en la interfaz de la filosofía y la psicología, tiende un puente entre las necesidades, las emociones y el comportamiento conflictivo [1] :

Parece claro […] que las emociones y los sentimientos influyen significativamente en la forma en que las personas afrontan los conflictos. Cualquiera que se haya enojado alguna vez con su cónyuge o haya sido degradado y humillado por un compañero de trabajo reconocerá fácilmente este hecho. También es importante señalar que los conflictos a veces surgen precisamente porque las partes ignoran sus propios sentimientos y emociones o los de las y los demás. Las emociones son a la vez causa y escalador del conflicto, y los sentimientos positivos entre las partes suelen ser un componente clave de la resolución. Una vez que se acepta que la emoción es la base de todo conflicto, la cuestión de cómo influye la emoción en la gestión del conflicto pasa a ser fundamental. Muchos teóricos han empezado a señalar que la falta de atención detallada a las emociones y su papel en las relaciones limita nuestra comprensión de los conflictos y que hay que trabajar más para remediarlo[2] . 

Las emociones desempeñan un papel en la forma en que las partes dan sentido a sus relaciones, su grado de poder y su estatus social. Las personas evalúan constantemente las situaciones y los acontecimientos para saber si son personalmente relevantes[3] .

Estas comprensiones y valoraciones están impregnadas de diversas emociones y sentimientos. Así, la emoción no sólo sirve como efecto secundario del conflicto, sino que también enmarca la forma en que las partes entienden y definen su disputa.

En segundo lugar, en el contexto de las relaciones, las emociones suelen cumplir una “función comunicativa de cara al futuro” y expresan las agendas, los deseos y los objetivos de las personas[4] . Cuando las partes perciben que tienen objetivos incompatibles o que otros están interfiriendo en sus deseos y búsquedas, esto provoca emociones y conduce al conflicto. A menudo, los deseos en cuestión son una muestra de querer que se les tome en serio, que se les trate con respeto y que se afirme su identidad.

Las amenazas a la identidad que se perciben y las señales de falta de respeto suelen hacer que las emociones se disparen y den lugar a conflictos interpersonales o intergrupales. En otras palabras, las mismas cuestiones que conducen a un conflicto prolongado (por ejemplo, los valores, el estatus y la identidad) son también los desencadenantes de las emociones fuertes. Las personas que se sienten “injustamente atacadas, incomprendidas, agraviadas o justamente indignadas” suelen verse superadas por la emoción y responden con hostilidad y agresividad [5].

La intensidad de una emoción suele significar la importancia y relevancia de un asunto y revela los valores subyacentes de los contendientes. Así, cuanto más relevante personalmente parezca una situación y más sentimientos negativos experimenten las partes, mayor será el potencial de conflicto destructivo. Algunas respuestas emocionales comunes que revelan preocupaciones sobre la identidad son el orgullo, la vergüenza y la ira. Mientras que los sentimientos de orgullo están vinculados a los sentimientos de cercanía y conexión de las partes, los sentimientos de vergüenza suelen ser el resultado de la sensación de las partes de que estas relaciones están amenazadas [6] .

Las partes atrapadas en una disputa son propensas a humillarse mutuamente de forma no intencionada o a no tener en cuenta los puntos de vista de las y los demás. Los sentimientos resultantes de humillación y falta de respeto pueden dar lugar a una vergüenza no reconocida. El hecho de que las partes puedan gestionar la vergüenza determina si habrá cooperación o un conflicto prolongado. Si no se reconocen y no se gestionan, los sentimientos heridos y la vergüenza tienden a dar lugar a la ira, la agresión y la escalada del conflicto[7].

Llegados a este punto, las cuestiones de fondo de la disputa pueden ser menos importantes que los sentimientos heridos y la rabia de las partes. La ira, el resentimiento y el odio pueden acabar dando lugar a un ciclo de violencia y, por lo tanto, son la fuerza motriz de muchas de las guerras religiosas y conflictos etnopolíticos del mundo.

¿Por qué es tan importante en la gestión de conflictos permitir las emociones y tratarlas de forma productiva?

1. Las emociones son parte constitutiva de muchos conflictos.

2 La mayoría de las personas no tienen sus emociones (completamente) bajo control. Esto significa que no pueden apagar sus emociones ni siquiera cuando se les apela. .

3. Si las personas afectadas reprimen su expresión emocional, todavía no han procesado sus sentimientos. Esto significa que la valoración emocional de la situación desencadenante no ha cambiado.

4. La represión de las expresiones emocionales por parte de facilitadores(as) de transformación de conflictos puede entenderse como una forma de deslegitimación de los sentimientos.

5. Las y los facilitadores de transformación de conflictos pierden una fuente muy importante de conocimiento sobre el conflicto y sobre las partes del mismo si no se ocupan de los sentimientos de las partes (véase más arriba). Por lo general, sólo conocemos la estructura profunda

Fuentes:

[1] Maiese, Michelle. “Emotions.” Beyond Intractability. Eds. Guy Burgess and HeidiBurgess. Conflict Information Consortium, University of Colorado, Boulder. Posted: July2005

[2] Retzinger and Scheff, http://www.soc.ucsb.edu/faculty/scheff/16.html

[3] Shapiro, 72

[4] ibid.

[5] T.S. Jones and A. Bodtker, “Mediating With Heart in Mind: Addressing Emotion inMediation Practice,” in Negotiation Journal, (17:3, 2001), 228.

[6] T. J. Scheff, Bloody Revenge: Emotions, Nationalism, and War,(Boulder, CO: WestviewPress, 1994), 3.

[7] ibid., 22.

[8] Vgl. Mediation: Psychologische Grundlagen und Perspektiven, Montada & Kals, 2007