Introducción
Módulo 1: Fundamentos de la Transformación de Conflictos
Módulo 2: Comprendiendo el conflicto I - Bases y Enfoques
Módulo 3: Comprendiendo el conflicto II - Herramientas
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Emociones en procesos de cambio

Aquí ofrecemos algunas ideas sobre cómo los procesos de cambio, incluidos los de transformación de conflictos, son vividos y experimentados por las personas, con todas sus emociones, sentimientos y necesidades.

El primer paso es sobre los procesos emocionales y una mirada a como funcionamos los seres humanos.

El segundo paso se refiere al aspecto social, es decir, al impacto en la formación y configuración de relaciones. Todo ello sirve de apoyo a los conocimientos previos que deben ayudar a comprender y evaluar la dinámica en los procesos de las y los participantes de los procesos que facilitamos. Además, es importante mirarse a sí mismo(a) y aumentar la propia conciencia en el manejo de las emociones, los sentimientos y las necesidades.

Abordaremos ambos pasos en distintos momentos de nuestro proceso de aprendizaje.

Los cambios evocan emociones

Los cambios hacen que las y los seres humanos tengamos que salir de las rutinas familiares o habituales que habíamos desarrollado sensatamente para ahorrar energía y fuerzas. Se nos desafía a salir del estado de “piloto automático”, a reorientarnos y ordenarnos, y entonces tenemos la impresión de que ya no somos tan eficientes y buenos como antes.

Esto desencadena emociones en la mayoría de las personas, a menudo sentimientos negativos como el descontento, la insatisfacción o incluso el miedo, pero para algunos también positivos como la alegría por vivir algo nuevo. A continuación, nos gustaría explicar con más detalle cómo ocurre exactamente esto en nuestro interior.

Los procesos emocionales (emociones y sentimientos)

Como vimos en el tema anterior, los términos emoción y sentimiento se utilizan de forma diferente en la literatura, a menudo como sinónimos. Sin embargo, los distinguimos porque es útil para trabajar con las personas.

La emoción es el “efecto de movimiento y movilización de las fuerzas afectivas” (Ciompi 1997, p.95) y suele utilizarse como término genérico.

El sentimiento, en cambio, es la designación lingüística de las emociones (Scheler 1999, p.45).

Dado que la denominación lingüística de nuestra experiencia corporal es un reto para muchos, el camino a través de la exploración de las reacciones corporales es más fácil. Sentimos calor o frío, algo se contrae o se relaja. Sólo cuando somos conscientes de ello, podemos expresarlo como un sentimiento.

¿Qué ocurre exactamente en nosotros(as), las y los humanos, en relación con las emociones y los sentimientos?

Nos gustaría ilustrar esto con el siguiente diagrama:

Gráfica: La escalera emocional: de la experiencia desencadenante a la expresión visible

¿Cómo debe entenderse el diagrama?

Primero: La experiencia desencadenante

Una experiencia desencadenante es causada, bien externamente por algo que percibimos con nuestros sentidos, bien internamente por nuestros pensamientos o recuerdos. Ambos terminan automáticamente en nuestra caja negra.

Segundo: El procesamiento interno involuntario o arbitrario.

Nuestras biografías están almacenadas en la caja negra en forma de nuestra memoria de experiencias emocionales y experiencias de la vida almacenadas inconscientemente.

Además, aquí también tienen efecto los afectos y los impulsos innatos . Aquí es donde se encuentra la persona “privada”, aunque al mismo tiempo tiene efecto en el mundo del trabajo. No podemos mirar dentro de la caja negra. De ella surgen una y otra vez sorpresas, sensibilidades o incluso exabruptos que sólo se explican a segunda vista, siempre que la otra persona consiga abrir un poco la caja negra.  Conocer la caja negra ayuda a comprender mejor la complejidad de las personas y a tratarla de forma abierta y respetuosa.

Tercero: Estado físico

Un estado físico surge tanto si tenemos acceso consciente a nuestras reacciones corporales como si no. Aquí es donde entra la inteligencia emocional: si estamos en sintonía con nuestras reacciones corporales causadas por las emociones y podemos nombrarlas como sentimientos, podemos entenderlas como señales. Nos ayudan a tomar decisiones conscientes y a navegar por la vida.

Cuarto: Expresión visible

Las emociones controlan nuestras decisiones, influyen en nuestras motivaciones, pensamientos, recuerdos y acciones, surgen en el sistema de trabajo inconsciente del cerebro. Las emociones pueden manifestarse conscientemente como un sentimiento identificable o como impulsos más bien vagamente perceptibles.Si permanecen inconscientes, enviamos las señales de reacción física en nuestro comportamiento no verbal y en nuestras expresiones verbales de forma involuntaria, arbitraria.  Si tomamos conciencia de ellos como sentimientos, podemos decidir qué llevar de ellos a la comunicación.

Conclusiones para el trabajo de un(a) facilitador(a)

Atribuciones como “me pones furioso” o “me haces feliz” no se corresponden con nuestros procesos internos. Estas afirmaciones son provocadas por un sentimiento que no hemos notado realmente en nosotros(as) mismos(as). Nos sentimos enojados(as), molestos(as), no somos conscientes de nuestros procesos internos y culpamos a la otra persona.

Recordemos: el sentimiento es provocado por una experiencia, que a su vez desencadena recuerdos o pensamientos en nuestro interior, que luego, consciente o inconscientemente, recorren nuestro sistema de evaluación y conducen a reacciones corporales. Aunque no necesariamente controlamos conscientemente estos procesos, es importante notar los sentimientos sobre nosotros(as) mismos(as) y asumir la responsabilidad de nuestros propios sentimientos. Se trata de un proceso principalmente de adentro hacia afuera.

Este es un aspecto muy importante del trabajo de las y los facilitadores: reflejar estas distorsiones a las personas con las que trabajamos para que puedan volver a responsabilizarse de sus sentimientos y construcciones y salir del autoengaño.

Ejemplo “Carrusel emocional

Un taller de equipo trata de cómo se pueden alcanzar los objetivos juntos(as). Hay diferentes ideas sobre cómo debe hacerse.De repente, A estalla en cólera y le dice a su colega B: “¡Me estás poniendo furioso!

A está atacando al colega B sin darse cuenta, porque A se siente emocionalmente agobiado .

La facilitadora interviene, asume el papel de B y busca el desencadenante: “Supongamos que soy B. ¿Qué tengo que hacer exactamente para que te pongas furioso?” Espera la respuesta.

A: “Una y otra vez insistes en tus afirmaciones y no abordas mis puntos”.

Facilitadora: “¿Cómo es que exactamente esto desencadena la ira en ti? ¿Qué te pasa?”

A continuación, la facilitadora ayuda a situar la afirmación de A en un contexto adecuado de causa-efecto: “Cuando veo que haces X, me pongo furioso porque viola mi sentido de la justicia y me siento tratado injustamente”.

Esto ayuda al colega B a comprender mejor su comportamiento desencadenante, y A descubre sus propias conexiones internas y puede responsabilizarse de ellas.

Como en el ejemplo citado, a menudo las relaciones causa-efecto que no se expresan son las que conducen a una expresión distorsionada y hacen que las situaciones se agraven innecesariamente. Como facilitadores(as), nos aseguramos de que la estructura subyacente a las declaraciones abreviadas quede clara y se comunique.

Y nos dedicamos a la metacomunicación haciendo que las y los participantes sean conscientes de la dinámica y sus efectos.