Introducción
Módulo 1: Fundamentos de la Transformación de Conflictos
Módulo 2: Comprendiendo el conflicto I - Bases y Enfoques
Módulo 3: Comprendiendo el conflicto II - Herramientas
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Integración vertical y horizontal

La pirámide de actores no solamente se utiliza para hacer un inventario de actores por vía, sino también nos dará pistas sobre los vínculos entre actores y los espacios  

Para ello, John Paul Lederach (2005) introdujo los conceptos de integración vertical y horizontal:

“La capacidad vertical explora y examina los espacios relacionales que vinculan a las personas de arriba hacia abajo en la sociedad.

Los espacios verticales son los que conectan a los líderes de las comunidades locales con las personas que guían los procesos de nivel superior.

La capacidad horizontal, por su parte, se refiere a las relaciones entre personas y grupos que atraviesan las divisiones identitarias que puedan existir en un lugar determinado, ya sean étnicas, religiosas, racionales o lingüísticas.

La integración es el espacio donde confluyen los vínculos verticales y horizontales, en el centro de las cosas.

Se trata de encontrar recursos basados en las relaciones, los conectores y los espacios sociales del entorno que tengan capacidad para generar procesos de cambio.”

Veamos qué implicaciones tiene cada capacidad.

Proceso arriba-abajo

La capacidad vertical puede implicar el proceso arriba‐abajo, el de los líderes más visibles.

Este modo de abordaje es bautizado por Lederach como proceso de construcción arriba‐abajo.

Podemos tener una mesa de negociación política con los líderes, es decir, con pocos individuos reconocidos como representantes de los grupos en pugna.

Si el proceso es exitoso, puede haber un acuerdo que luego debe “bajar” a los otros niveles sociales, es decir, debe permear hasta la ciudadanía que vive ese conflicto. Este nivel de proceso presenta algunos desafíos:

  • la representatividad (quiénes tienen el derecho de estar en esa mesa);
  • la capacidad de acción real que puedan tener (quiénes representan la voz de los sectores en conflicto);
  • el riesgo que tienen esos líderes de verse cuestionados por sus grupos, de ser percibidos como débiles por participar del proceso;
  • la alta visibilidad que toman generalmente estas instancias formales de negociación en el alto nivel;
  • la bajada, es decir, cómo comunican eso a sus representados y hacen vivir el acuerdo a aquellos que no participaron de su construcción, cómo hacer para que la gente no se sienta lejos y ajena de aquello que se logró.
Proceso abajo-arriba

Otra modalidad cuando hablamos de la capacidad vertical consiste en proceso de abajo‐arriba.

Este nivel de la transformación se sostiene en base a dos principios importantes:

1. La transformación de los conflictos para ser sostenible tiene que ser participativa: cuanto más participan los actores sociales en los diálogos, en las negociaciones y en los procesos de cambio, mayor es la capacidad de sostener lo que allí decidan. Cuanta menos participación, más cautela poseen los actores respecto al resultante del proceso.

2. La responsabilidad compartida de todos los involucrados. Transformar los conflictos requiere el protagonismo y responsabilidad de la ciudadanía en relación al trabajo de expertos técnicos vinculados a grupos de interés y finalmente de los políticos. Por lo tanto, construir y sostener la democracia, tiene que empezar con la gente, que a nivel local, adquiera la posibilidad y responsabilidad para hacer frente a sus problemas.

Proceso desde el centro hacia afuera.

Consiste en la articulación de personas y grupos que son capaces de realizar y sostener conexiones.

Conectar lo que está arriba con lo que está abajo y conectar lo que está en los polos de las distintas polarizaciones en la sociedad afectada. Recae principalmente en las líneas de punto que atraviesan el gráfico, que ponen capacidad vertical y capacidad horizontal a la transformación de conflictos.

Todo el análisis del medio arriba‐abajo, lo que Lederach llama telaraña, es la capacidad de crear espacios donde se integra lo vertical con lo horizontal.

La capacidad vertical y horizontal recae en la pregunta ¿quién? y no en la pregunta ¿qué?

Este análisis, esta lente, plantea ¿quién es estratégico?

Es aquí donde el tercer lado promueve la coalición de actores. Lederach lo caracteriza con el concepto de “levadura crítica”.

Capacidad vertical:

Puede ser una persona, un grupo, una red, una organización, una institución. Se trata de un quién social que, en la situación dividida, mantiene relaciones con gente del más alto nivel y, a la vez, con gente a nivel local, de base o para dar otro ejemplo, puede conectar al Estado con la sociedad civil.

Los partidos políticos han asumido históricamente este rol de subir y bajar del nivel de toma de decisiones, mediando entre el Estado y la sociedad civil.

Capacidad horizontal:

Es la capacidad de superar las divisiones y polarizaciones que existen, sobre todo entre los grupos más marcados por el conflicto.

Remite al rol de constructor de puentes planteado más arriba. Refleja la capacidad de un actor o persona de pasar de un grupo de identidad originario —no necesariamente el grupo con el que este se identifica, sino el grupo en el que lo perciben como parte— cruzar la frontera invisible, la división de polarización social, entrar en relación con personas del otro lado y regresar. Pero no funciona si es un solo viaje. La capacidad horizontal implica la posibilidad de mantener una fluidez de contacto y generar una relación que supera la frontera invisible del conflicto.

Aplicación práctica:

Identifiquen en su pirámide

a) los espacios que integran diferentes vías y/o diferentes identidades en la misma vía,

b) los procesos arriba-abajo, abajo-arriba y los del centro hacia afuera.