Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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¿Por qué un marco conceptual?

En la lección anterior, aprendimos sobre el marco conceptual clave relacionado a los cambios en el bienestar, el impacto final al que queremos contribuir. Ahora vamos a profundizar en los desafíos mayores. ¿Cómo lograr los cambios necesarios a nivel individual y social para generar estos cambios en el bienestar?

En función de poder identificar las teorías de cambio con sus intervenciones más apropiadas en función de lograr los cambios sociales y de comportamiento (CSyC) a los que aspiramos, necesitamos comprender lo que nos mueve para cambiar.

Para ello, les presentaremos extractos del modelo de impulsores de cambio de comportamiento elaborado por Vincent Petit (2019) para UNICEF. Este modelo es válido para todo tipo de cambio social o político que queremos impulsar, independientemente del foco temático. Es una base clave si trabajamos en temas de paz, transformación de conflictos, cambio climático, resiliencia, agroecología, género, derechos de la comunidad LGBTQI+, salud, educación, democracia, migración, etc.

Por supuesto, además del marco conceptual genérico habrá que considerar para cada uno de los temas el marco conceptual específico.

En la literatura van a encontrar muchas veces las siglas en inglés de Cambios Sociales y de Comportamientos (Social and Behavior Change = SBC) o Comunicación para Cambios Sociales y de Comportamiento (Social and Behavior Change Communication = SBCC).

Uso general

Para maximizar sus posibilidades de éxito, cualquier esfuerzo por diagnosticar y analizar qué impulsa un comportamiento, diseñar intervenciones eficaces dirigidas a esos impulsores y medir los logros de dichas intervenciones sobre el terreno debe comenzar con un marco conceptual del cambio de comportamiento seguido por etapas.

Los recientes avances aplicados en las ciencias del comportamiento y de la decisión (Banco Mundial, 2015) y la brecha de evidencia que persiste entre las operaciones de ayuda internacional y la práctica sobre el terreno (Learning Collaborative, 2018) ponen de relieve las mejoras y los retos, respectivamente, para el estudio y la práctica del cambio social y de comportamiento.

Sigue siendo necesario tender puentes entre diferentes puntos de vista en campos de estudio relacionados (sociología, antropología, psicología, ciencias del comportamiento, estudios de comunicación, economía, marketing, ciencias políticas y estudios de desarrollo) utilizando una herramienta teórica compartida pero orientada al campo que pueda ayudar a avanzar en la claridad y la congruencia en el diseño, la implementación, el seguimiento y la evaluación de las intervenciones conductuales.

Ello contribuirá a mejorar la capacidad analítica, el rigor y la sensibilidad necesarios para comprender un conjunto amplio y diverso de comportamientos en sus contextos. También servirá a un conjunto cada vez más heterogéneo de participantes que se dedican a actividades de desarrollo y promoción de derechos sobre el terreno (Learning Collaborative, 2018), que quizá no siempre estén equipados para comprender la complejidad de las ciencias sociales y del comportamiento.

Para cumplir estos objetivos, el siguiente marco conceptual (en lo sucesivo, marco) se basa en una descripción exhaustiva, rigurosa y empíricamente fundamentada de los impulsores del comportamiento.

En él se revisan las teorías dominantes del cambio social y de comportamiento (CSyC), se sintetizan las ideas clave y se reúnen los constructos empíricamente significativos para desarrollar un modelo transteórico que pueda guiar los caminos hacia una práctica mejor.

¿Para qué un marco conceptual?

Hay tres objetivos que guían el desarrollo de este marco:

  • En primer lugar, sirve para proporcionar una referencia y un lenguaje comunes para el estudio y la práctica de la cooperación transfronteriza. Una taxonomía exhaustiva y una metodología sugerida ayudarán tanto a investigadores como a profesionales a desarrollar herramientas para el cambio, interactuar y mantener un nivel de rigor conceptual en todo su trabajo.
  • En segundo lugar, el marco ofrece orientación sobre cómo hacer operativo el modelo de impulsores del comportamiento, vinculando la teoría del CSyC a la práctica al tiempo que se evalúa e influye en una amplia gama de impulsores. También sugiere el tipo de herramientas que pueden ser relevantes para este objetivo.
  • En tercer lugar, el marco pretende contribuir a la caja de herramientas de los equipos y profesionales de organizaciones locales y de cooperación, de movimientos sociales y políticos, así como instituciones estatales a cargo de impulsar cambios socio-políticos, instituciones académicas y empresas privadas tanto en el Sur como en el Norte.

Debido a la complejidad del campo y a los estándares de práctica subóptimos que aún se observan, el segundo objetivo, centrado en la operacionalización, es el más importante.

Miembros de la Facultad de Psicología y Neurociencia de Maastricht y de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Texas realizaron un mapeo de los enfoques de cambio de comportamiento (Kok, et al., 2016) basándose en estudios anteriores (Bartholomew, et al., 2011), y llegaron a la conclusión de que “la dinámica del cambio de comportamiento es tal que cualquier taxonomía de métodos debe reconocer la importancia de tres condiciones para la eficacia de los métodos de cambio de comportamiento (…) y proporcionar instrumentos para abordarlas:

 (1) debe dirigirse a un determinante que prediga el comportamiento;

 (2) debe ser capaz de cambiar ese determinante;

(3) debe traducirse en una aplicación práctica de forma que preserve los parámetros de eficacia y se adapte a la población, la cultura y el contexto objetivo”.

La orientación proporcionada a los profesionales más adelante (Petit, 2019; en el capítulo 10 de la Parte III) intenta seguir estos principios mediante la asignación de intervenciones fácilmente utilizables (recopiladas a partir de taxonomías conductuales y el conjunto básico de estrategias basadas en pruebas de UNICEF) frente a todos los determinantes conductuales de importancia empírica sintetizados en el modelo transteórico.

En términos de datos y evidencia, el uso de un marco conductual como punto de partida para el diseño de programas orienta aún más a los responsables de la toma de decisiones y a los profesionales, que dejan de centrarse en los resultados (por lo general, la prevalencia de un comportamiento) y se centran en un análisis consciente de los factores subyacentes que conducen a esos resultados o se interponen en su camino.

Los esfuerzos de seguimiento del cambio social y de comportamiento sobre el terreno suelen centrarse principalmente en el proceso y las actividades -como la realización de campañas en los medios de comunicación, la distribución de material informativo y la implicación de las comunidades, registrando resultados que pueden incluir el número de personas alcanzadas y el número de trabajadores sociales formados-, lo que no informa de los impactos del trabajo.

A menudo ignoramos en gran medida lo que hay entre las actividades y el objetivo final de un programa, a pesar de que suele haber numerosos hitos que alcanzar en el camino hacia el cambio de la prevalencia de un comportamiento.

En consecuencia, desplazar la atención hacia los diversos impulsores del comportamiento que generan y sostienen una práctica brinda la oportunidad de introducir un enfoque más sustantivo, eficaz y sostenible en la programación de la cooperación transfronteriza.

Usos previstos

Siguiendo una naturaleza transteórica y agnóstica, el Modelo de Impulsores del Comportamiento derivado del marco es adaptable y pretende servir de base conceptual para abordar problemas del mundo real. El modelo también puede servir para llegar a un público no experto, por ejemplo en el ámbito de la capacitación.

El Modelo de Impulsores del Comportamiento (Behaviourial Drivers Model) incorpora la idea crítica de que la clave para diseñar programas sociales y de cambio de comportamiento eficaces reside en una comprensión profunda de los elementos que influyen en las decisiones y acciones de una persona, lejos de ideas preconcebidas y suposiciones.

Partiendo de las consideraciones planteadas por un amplio conjunto de teorías, conceptos y técnicas, el marco -y su resultante Modelo de Impulsores del Comportamiento- se orienta hacia aplicaciones para la protección y promoción de los derechos de los niños y las mujeres.

La programación del CSyC (SBC) es clave para prevenir problemas como la violencia de género y sexual, la disciplina violenta, la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil, el trabajo infantil, el reclutamiento de niños, el acoso escolar y diversas formas de estigma y discriminación (incluso contra los niños que viven con discapacidades).

No obstante, el modelo no es específico del ámbito de la protección y se aplica a aspectos más amplios del bienestar de las mujeres y los niños, como la salud, la educación, la promoción de la crianza y el cuidado positivos a lo largo del ciclo vital y los procesos de cambio social, independientemente de los resultados de desarrollo que se persigan.

Como tales, el marco y el modelo crean una referencia común para debatir sobre la cooperación transfronteriza, colaborar y desarrollar capacidades, y anclar diversas intervenciones y herramientas desarrolladas sobre el terreno. A través de un proceso gradual de colaboración abierta con una red cada vez mayor de socios de todo el mundo, este marco está diseñado para ser adaptado por las evidencias y los debates críticos, informado por las percepciones de los usuarios y adaptado al trabajo sobre el terreno.

Fuente:

Petit, V. (2019). The Behavioural Drivers Model: A Conceptual Framework for Social and Behaviour Change Programming. UNICEF. Páginas 2 – 4