Introducción
Módulo 1: Fundamentos de la Transformación de Conflictos
Módulo 2: Comprendiendo el conflicto I - Bases y Enfoques
Módulo 3: Comprendiendo el conflicto II - Herramientas
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Procesos de la vida: desafíos y oportunidades

Desafíos y oportunidades

La vida nos plantea constantemente desafíos y amenazas, que pueden ser de naturaleza física, intelectual, emocional, social o espiritual. Podemos enfermar, hacer el ridículo, perder nuestro estatus social o encontrar que la vida carece de sentido y que nuestra conexión interior con Dios (si estamos inclinados a ello) o con la Naturaleza o nuestra espiritualidad se ha cortado.

Cuando surgen los desafíos, es natural que sintamos un cierto grado de aprensión o incertidumbre sobre cómo manejar la situación, así como un cierto grado de tensión sobre cómo afectará el desafío a nuestra vida.

Normalmente, estos sentimientos nos motivan a pensar en la situación, a intentar comprenderla, a considerar varias opciones y a elegir una solución adecuada.

Sin embargo, los desafíos de la vida no siempre son fáciles de afrontar, y a veces podemos experimentarlos como amenazas.

Las amenazas pueden ser reales o imaginarias y pueden tener distintos grados de gravedad.

Respuestas emocionales a las amenazas de la vida

Cuando nos sentimos amenazados, experimentamos tres sentimientos: ira, miedo y ansiedad.


La ira y el miedo son síntomas de una amenaza percibida, ya sea física, psicológica o espiritual. La ansiedad acompaña tanto a los sentimientos de miedo como a los de ira. Estas tres emociones están siempre en cierta relación entre sí y pueden representarse como un triángulo, con una de las emociones situada en “la punta del iceberg”. Esto significa que es obvia, mientras que las otras dos emociones están por debajo de la superficie o escondidas.
Alguien que está enfadado probablemente también esté ansioso y tenga miedo.

Cuando una persona tiene miedo, es probable que también sienta ira y ansiedad. Si la persona está ansiosa, los otros dos sentimientos también están presentes. Estas tres emociones son como trillizos, siempre están juntas. Dependiendo de la naturaleza de la amenaza y de cuál de las emociones sea más pronunciada, las personas reaccionarán a la amenaza de diferentes maneras. Cuando alguien está principalmente ansioso(a) o asustado(a), normalmente querrá huir, retirarse o escapar, y puede deprimirse. Si la persona está principalmente enfadada y ansiosa, es probable que se vuelva agresiva y violenta. Sin embargo, en casos extremos de miedo, una persona puede volverse muy violenta; o en casos extremos de ira, una persona puede responder retirándose.


Imagine el siguiente escenario:

Usted (la persona más importante del universo) está caminando por el hermoso centro de su ciudad (el centro del universo). Eres la persona más importante del centro del universo, y todo el mundo te mira mientras caminas por la calle. De repente, ves que se acerca un perrito, que tiene los dientes afilados, y estás seguro de que va hacia tu pantorrilla, y tú llevas pantalones cortos, ¡y este perro te va a morder la pierna!
Cuando ese pensamiento ocurre, tienes tres sentimientos al mismo tiempo: estás ansioso por saber si ocurrirá o no, tienes miedo de que ese perro te vaya a morder de verdad, y estás enojado(a) con ese perro por hacerte quedar en ridículo.
Esta situación la percibes como una amenaza. Es una amenaza que puedes manejar: puedes correr y esconderte, o puedes patear al perro. Sin embargo, si el perro es de una variedad viciosa, la situación puede ser mucho más amenazante y precaria.

En condiciones normales, pensamos.
“Bueno pues, esto es una amenaza y me voy a encargar de ella. Puedo manejarlo”. Sin embargo, si te encuentras en medio de una guerra o de una violencia continua, las amenazas se vuelven muy grandes y, en consecuencia, tus niveles de miedo, ansiedad e ira se vuelven extremadamente altos. En situaciones de amenaza, la respuesta típica es luchar o huir: te enfrentas a la amenaza con agresividad o huyes de ella.
Bajo la presión de circunstancias intensas, la gente hace cosas irracionales. Esto es lo que les ocurre a los soldados en una guerra. Se sienten tan amenazados y con tanto miedo, que matan y se llenan de ira. No hace falta ser un soldado para sentir estas cosas. Puedes ser una víctima de la guerra o de la violencia o de los abusos y sentir lo mismo.
En condiciones de violencia, todos los miembros de la comunidad afectada tienen que enfrentarse a estos problemas.
Además, a veces podemos no ser conscientes de lo que ha provocado la amenaza; o, incluso si somos conscientes, podemos no querer admitir que nos hemos sentido amenazados. Por ello, es importante tener en cuenta que la respuesta de las personas a las amenazas vitales es similar, aunque única.
Considere el siguiente escenario.

Escenario: Una familia que se enfrenta a un divorcio

Los padres de una familia con varios hijos deciden separarse.

  • ¿Qué ocurre?
  • ¿Cómo responde cada miembro de la familia a esta situación?

No sería raro observar muchas respuestas diferentes ante esta amenaza de ruptura familiar. Un niño puede sentirse muy asustado, mientras que otro puede sentirse muy enfadado, y otro puede empezar a tener pesadillas. Un niño mayor puede no verse seriamente afectado por la separación. En la misma familia, también podemos encontrar un niño que empieza a tener problemas en la escuela y comienza a pelearse con otros niños(as).

Los padres también pueden responder con sentimientos diferentes.

El padre puede desarrollar trastornos de salud, que pueden deberse a la ira reprimida, y la madre puede deprimirse porque se siente rechazada, herida, enfadada y triste. También puede ser al revés.
Por lo tanto, varios individuos pueden responder a la misma amenaza de formas aparentemente diferentes. Sin embargo, si hablamos con ellos sobre lo que ha ocurrido, descubriremos que todos se sienten amenazados emocional, física (especialmente los que tienen menos poder), social y espiritualmente.

Obviamente, la mejor solución es evitar la separación, y si ésta ya se ha producido, intentar ayudar a los padres a reconciliarse. Sin embargo, en cualquier circunstancia, es necesario que los miembros de la familia aprendan sobre las amenazas de la vida y cómo responder a ellas de forma positiva y saludable.

Fuente: Danesh, H.B.; Clarke-Habibi Sara. 2007. Education for Peace Curriculum Manual: a conceptual and practical guide. International Education for Peace Institute. United States/United Kingdom. Página 97-98.