Factores eficaces a todos los niveles son el debate público sobre el agotamiento o burnout, la seguridad social básica y el activismo sostenible, así como el trabajo contra la represión en general.
La acción político-estratégica es esencialmente el primer pilar del activismo sostenible, las reflexiones y experiencias sobre el cambio social. De esto se ha hablado mucho en otros cursos.
Actuar de forma más estratégica es la primera y mejor manera de reforzar nuestra resiliencia colectiva. El éxito no lo es todo, pero los éxitos parciales pueden ser muy motivadores y aumentar la resiliencia de nuestros grupos y movimientos.
Las luchas socioecológicas no son sólo un fin en sí mismas, sino que tenemos objetivos socio-políticos que queremos alcanzar. Si elegimos las estrategias y tácticas adecuadas, podremos abordarlos de forma sistemática.
En este sentido, el arte y el activismo creativo en particular, como factor de resiliencia, pueden desarrollar una dinámica liberadora, desplegar nuestras posibilidades tácticas y ayudarnos a tener éxito político y a ser inspiradores.
El debate sobre el agotamiento y el activismo sostenible comienza en nuestros propios contextos, grupos y organizaciones. Una base para ello es el interés sincero por saber cómo les va a nuestros compañeros(as) activistas. Una herramienta útil para darnos cuenta del bienestar de los miembros de nuestro grupo es, por ejemplo, una ronda de sensibilidades o “es algo” al principio de las reuniones de grupo.
Además de plantear el tema del agotamiento y el activismo sostenible en nuestros grupos, los eventos informativos a nivel local y dentro de los movimientos pueden estimular los debates, por ejemplo.
Artículos en periódicos, entradas en blogs o emisiones de radio son también formas de suscitarlos. Los actos sobre activismo sostenible en congresos y campamentos pueden contribuir a reflexionar más sobre estrategias políticas sostenibles dentro de nuestro movimiento.
El debate sobre el activismo sostenible y el agotamiento o burnout está estrechamente vinculado a la cuestión social.
El trabajo antirrepresivo es necesario a todos los niveles para mantener el espacio para los movimientos sociales y políticos. Es una estrategia fundamental de resiliencia colectiva.
Un movimiento que se olvida de sus presos y de las personas afectadas por la represión criminal/penal y civil no tiene ninguna posibilidad de éxito sostenible.
Al mismo tiempo, es necesario que los movimientos sociales reflexionen sobre las medidas represivas en su propia comunicación y comportamiento organizativo para poder afrontarlas mejor. Esto se refiere tanto a la infiltración de los actores del movimiento como a la cultura de seguridad de los contextos, comunidades, grupos y organizaciones.
La llamada cultura de seguridad no es una paranoia institucionalizada, sino una forma de evitar la paranoia malsana minimizando los riesgos de antemano.
Otro campo importante es cómo hacer frente a la vigilancia automática y la encriptación de nuestra comunicación digital, en constante expansión social.