Según la Real Academia Española, un axioma es:
“Una proposición tan clara y evidente que se admite sin demostración.”
“Cada uno de los principios indemostrables sobre los que, por medio de un razonamiento deductivo, se construye una teoría.”
En los temas anteriores, Watzlawick y sus colegas de la Escuela de Palo Alto ya nos brindaron la base para lo que se conocen como los axiomas de la comunicación humana. Acá los sintetizamos.
“Es maravilloso escuchar el silencio del hombre”, decía Thomas Hardy.
En realidad, se comunica aún con el silencio o incluso cuando decidimos “no” comunicarnos, también enviamos ciertas señales que son percibidas e interpretadas por otra(s) persona(as) a nuestro alrededor.
Acá podemos hacer el ejercicio del bús.
La calidad de la relación determina la calidad del contenido (de la comunicación).
Seguramente si tenemos una buena relación con alguien, si hay “química” o si tenemos “conexión”, la comunicación resulta mucho más fácil y la probabilidad de que se incremente la comprensión mutua es mucho mayor.
Friedemann Schulz von Thun continuó desarrollando este axioma con su modelo de los “4 lados de un mensaje” que presentaremos en la siguiente lección.
¿Quién tiene la razón?
¿Qué desencadenó la tensión o el conflicto? ¿La molestia de A o de B?
Este axioma se asemeja al famoso dilema del huevo y de la gallina. ¿Qué estuvo ahí primero?
La comunicación puede darse de manera digital o análoga.
El mensaje está codificado en signos (letras, palabras, números) y su significado está claro (un solo significado).
El mensaje está codificado en signos o símbolos que solamente permiten una interpretación aproximada o indirecta: (mímica, gesto, postura corporal, mirada) o en el caso de comunicación para verbal (tono, estilo de lenguaje).
Una comunicación también está determinada por el estatus de las y los socios o interlocutores de la comunicación.
Aquí hablamos de diferentes tipos de status, formales y no formales, status “imaginario”, status por diferencias de tamaño y/o edad (niño – adulto), jerarquía (jefe – subordinado), diferencias raciales, etc.
Una buena herramienta para introducir este axioma encuentra en la lección “Comunicación – Herramientas”: ¡Aquellos allá arriba!
Verdad no es lo que dice “A”, sino lo que comprende “B” (desde su percepción y/o perspectiva).
O sea, si el receptor “B” interpreta mal un mensaje, el emisor “A” tiene que asumir la responsabilidad para ello.
Esto nos cuestiona mucho nuestras reacciones típicas del estilo…
“… pero te dije que lo quería así.”
“Claro que te había dicho que había que hacer tal cosa…”
Si la persona a quien dirigimos un determinado mensaje no lo ha comprendido bien, es responsabilidad nuestra y no culpa de ella.
Por eso, siempre es importante indagar si logramos expresar bien lo que queríamos decir y la persona a quien nos dirigimos comprendió lo mismo.
Esto implica que como emisores(as) A de un mensaje tenemos la responsabilidad de comprobar qué es lo que comprendió mi interlocutor(a) B.
Pero también como interlocutor(a) B podemos contribuir a una comunicación de calidad y por ende a la prevención de conflictos al adoptar actitudes y prácticas de escucha activa. (Vean las herramientas respectivas en la lección “Comunicación – Herramientas”.
Fuentes:
Watzlawick, Paul; Beavin Bavelas, J.; Jackson, D.D. 1997. Teoría de la comunicación humana. Herder. Barcelona.
Muckenhirn, Rita. 2014. La comunicación: nuestro reto de cada día. La Cuculmeca. Jinotega. Pág. 26