“Hay que vivir, en la medida de lo posible, como se cree que se debe vivir en un mundo liberado, por así decirlo, a través de la forma de la propia existencia, con todas las contradicciones y conflictos evitables que ello conlleva (…) Este intento está necesariamente condenado al fracaso y a la contradicción, pero no queda más remedio que atravesar esta contradicción hasta el amargo final. La forma más importante que adopta hoy es la resistencia”.
Theodor W. Adorno
Todas y todos hemos experimentado alguna vez que luchando por un futuro mejor, nos olvidamos de vivir bien y de forma coherente el día de hoy. Quizás sentimos que tenemos que hacer un sacrificio hoy para alcanzar esa utopía, nos sentimos responsables por el fracaso y los fallos de nuestros sistemas estructurales y culturales, y por ende, luchamos con todas nuestras fuerzas, incluso hasta llegar a fundirnos, moriendo en el intento con un burn-out.
El enfoque del activismo sostenible nos muestra caminos para poder salir de esta trampa tomando en cuenta el auto-cuido, el cuidado colectivo y las estrategias del movimiento para alcanzar nuestras metas.
Para Timo Luthmann, el activismo sostenible es
Según la definición de Luthmann, se compone de:
1. experiencias y reflexiones sobre el cambio social y la acción estratégica.
2. estrategias individuales para el autocuidado y la realización del potencial personal
3. estrategias colectivas que apoyen o permitan el compromiso político a largo plazo.
La presencia de sub-aspectos del activismo sostenible no constituye un activismo sostenible en su conjunto y es una forma abreviada e incompleta. Sólo a los tres aspectos combinados los llamaría activismo sostenible.
El concepto de Activismo Sostenible:
Detrás del concepto de activismo sostenible está la voluntad de vivir una vida correcta dentro de lo incorrecto e injusto y de aprovechar las oportunidades de una vida feliz y buena a pesar de la violencia del capitalismo, del autoritarismo, etc.. Sólo así existe la posibilidad de acercarse un poco más a la liberación colectiva.
El activismo sostenible está motivado por la búsqueda de fuentes de fuerza tanto individuales como colectivas y un fundamento más profundo, la búsqueda de una práctica política en la que el individuo pueda desarrollarse y al mismo tiempo participar en la práctica colectiva.
Las tres influencias principales del activismo sostenible, según la sistematización de Luthmann, proceden, en primer lugar, de la historia y la práctica de los movimientos sociales y las culturas de resistencia; en segundo lugar, de la investigación sobre la resiliencia, la neurociencia, la psicología humanista y los movimientos contraculturales a la psicología dominante, y en tercer lugar, de las tradiciones espirituales en un sentido más amplio. Estas tradiciones espirituales suelen estar vinculadas a movimientos sociales y culturas de resistencia, como el budismo comprometido y la teología de la liberación, además de estar científicamente vinculadas a través de la (neuro)psicología y la investigación sobre la resiliencia mediante la eficacia demostrada de los ejercicios de atención plena y el yoga, entre otras cosas.
En particular, son las personas que se sitúan entre todos los taburetes las que han hecho contribuciones productivas al desarrollo del activismo sostenible. Trabajan de forma interseccional, es decir, a través de los movimientos, y se sienten a gusto en diferentes disciplinas, círculos culturales y medios.
Un aspecto importante del activismo sostenible es la reflexión sobre la historia y la práctica de diferentes movimientos sociales y la apropiación de un enfoque más estratégico de la acción.
La siguiente gráfica resume las raíces principales del activismo sostenible: