Tras un conflicto armado, una tarea fundamental es sanar las heridas emocionales, sociales y psicológicas de la guerra para que las personas puedan reconciliarse con su pasado. En los países en desarrollo, la aplicación de enfoques individualizados y occidentales suele ser problemática. En muchas culturas, no es apropiado que las y los individuos compartan sus problemas con un consejero, y el mero hecho de hablar de lo sucedido puede ser perjudicial (von Honwana, 1999). Lo que se necesita, por tanto, es una línea de ayuda psicosocial basada en la comunidad y anclada culturalmente, que se adapte al contexto local y sea sostenible (Ahearn, 2000).
Lo ideal sería no recurrir a asesores(as) y terapeutas externos(as), sino movilizar la concienciación y los recursos de la comunidad, como grupos de mujeres y jóvenes o curanderos(as) tradicionales. Deben reforzarse los procesos de planificación y acción conjuntas y ofrecerse apoyo adicional no estigmatizador a los grupos agobiados como parte de un proceso más amplio de fortalecimiento de la comunidad (Boothby, 1996; Reichenberg & Friedman, 1996; Wessells & Monteiro, 2001). A continuación, las comunidades y grupos locales desarrollan y dirigen programas, asumen la responsabilidad de su propio apoyo y sanación, y entrelazan las competencias culturales locales con las de la psicología occidental (Wessels & Monteiro, 2001).
Un ejemplo: La sanación comunitaria en Angola
Un ejemplo de sanación basada en la comunidad lo llevó a cabo el Fondo Cristiano para la Infancia (CCF) en Angola entre 1995 y 1998, tras 35 años de guerra entre el gobierno socialista y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).
Tras el acuerdo de paz de 1994, había un gran número de niños(as) afectados por la guerra, pero pocos psicólogos(as) formados(as). El equipo de CCF Angola decidió formar a formadores(as) en ocho provincias que estuvieran acreditados y conocieran las lenguas locales. Las y los formadores organizaron actividades estructuradas que ofrecían seguridad, oportunidades de juego e interacciones sociales adecuadas a la edad. Estas actividades movilizaron a las comunidades para atender las necesidades de las y los niños; de forma complementaria, se reconstruyeron casas para que el apoyo material y psicosocial se complementaran. El programa pretendía apoyar selectivamente las tradiciones locales, como los ritos funerarios, ya que reducen el estrés y proporcionan un sentido de permanencia y apoyo emocional.
CCF consideró su enfoque no como una formación unidireccional, sino como una oportunidad de aprendizaje mutuo. En los seminarios de formación, de una semana de duración, las y los comunitarios aportaron la comprensión local de la infancia, compartieron cómo se veían afectadas las personas y presentaron estrategias como rituales de duelo o curación para apoyar emocionalmente a las y los niños.
Las y los formadores del CCF aportaron diversos conceptos y estrategias occidentalizados, como la pintura, que las y los niños utilizan para expresar sus sentimientos y procesar sus experiencias de violencia. El plan de estudios incluía los siguientes temas: desarrollo psicosocial saludable de las y los niños, impacto de la guerra y la violencia en los niños y niñas, creencias y rituales locales en relación con la pérdida y el duelo, actividades de apoyo a los niños(as) y resolución no violenta de conflictos.
Además, las personas adultas tuvieron la oportunidad de hablar de sus propias experiencias de guerra y tender puentes entre el pasado, el presente y el futuro. Las actividades para fomentar la integración emocional de las y los niños consistieron en medios artísticos de expresión como el dibujo, el canto, el baile, la narración de cuentos y el teatro, entre otros. Las y los comunitarios y los formadores(as) del CCF decidieron juntos qué actividades ayudarían mejor a la niñez.
Tras los seminarios, las y los formadores ponían en práctica las actividades para las y los niños, organizando cantos, bailes, fútbol y obras de teatro en las que solían participar cientos de niños(as). Además, las comunidades realizaron proyectos como la construcción de una escuela o de un centro comunitario donde celebrar reuniones tradicionales. En un espíritu de colaboración, CCF proporcionó el material y la comunidad organizó el trabajo para la construcción.
A lo largo de tres años, se formó a cinco mil personas adultas, que a su vez supervisaron a casi 300.000 niños y niñas. Los principales resultados -evaluando con métodos cualitativos y cuantitativos- fueron una mejora de las relaciones entre las y los niños y entre niños(as) y personas adultas, más cooperación en el aula, menos juegos relacionados con la guerra, menos aislamiento, reducción de la violencia y la agresividad, menos problemas de concentración e hiperactividad, más esperanza en el futuro y una asistencia más frecuente a la escuela. Las personas adultas también informaron de mejoras perceptibles; muchas dijeron haber tenido la oportunidad de tratar sus propias experiencias de guerra por primera vez en los seminarios.
También se produjeron cambios psicosociales significativos a nivel comunitario. La gente dijo que podía identificarse mejor con su cultura y que eso reforzaba su convicción de que podían crear un futuro positivo. Las y los líderes locales (sobas) y las personas ancianas de las tribus explicaron que sus comunidades se volvieron más activas y esperanzadas gracias al proyecto. Los proyectos de construcción resultaron ser un complemento necesario de las actividades para las y los niños, ya que las comunidades también necesitaban mejoras materiales. La reconstrucción de las escuelas tuvo un impacto significativo, ya que las infraestructuras construidas se convirtieron en símbolos visibles de la sanación de la comunidad y en monumentos a la esperanza y la resiliencia de la gente. En las zonas de guerra también suele haber una estrecha relación entre la sanación, la reconstrucción de edificios y la esperanza.
Fuente:
Wessels, Michael. Post-conflict reconstruction and reconciliation in: Sommer, Fuchs (eds). 2004. guerra y paz: Manual de psicología del conflicto y la paz. BELTZ. Weinheim. Páginas 522 – 538