Durante los años 90, varias evaluaciones y estudios de impacto mostraron que la inversión de millones de dólares o euros no demostraba el impacto esperado. Esto llevó a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional de donantes a definir principios, políticas y enfoques prácticos de diseño y evaluación de proyectos para aumentar la eficacia y el impacto de la cooperación al desarrollo.
A partir de la Cumbre de la ONU en Nueva York (2000) para definir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la cooperación ha promovido una serie de cumbres, conferencias, foros y mesas redondas alrededor del mundo – en Monterrey, Doha, Roma, París, Accra, Washington, Marrakech, Hanoi, etc. – buscando respuestas a las preguntas siguientes:
A continuación trataremos de sintetizar un poco las principales conclusiones de estos espacios de “alto nivel”.
A partir de los balances en cuanto a la efectividad de la cooperación al desarrollo y los esfuerzos por conseguir resultados concretos y sostenibles, los actores claves de este sector han identificado la necesidad de un apoyo más coordinado y armonizado, así como el desarrollo de una cultura centrada en los resultados.
El enfoque de la Gestión para Resultados de Desarrollo se promueve con mayor énfasis a raíz de la Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda para el desarrollo en la cual se acuerda enfocar la cooperación al desarrollo en la siguiente dirección:
También influyó en la primera agenda común de desarrollo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que guiaron y centraron nuestro trabajo durante el periodo comprendido entre 2000 y 2015. En 2015, los ODM se actualizaron y afinaron en lo que conocemos como Agenda 2030 con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A continuación encontrará información para comprender mejor el significado y los principios de la orientación al impacto, que comenzó con el llamado enfoque de “gestión basada en resultados”.
Según la ONU (2017, p.1):
La gestión basada en resultados es una estrategia que sienta las bases para un enfoque integrado de la gestión de proyectos y programas, incluidas la planificación, el monitoreo y la evaluación. Al adoptar este enfoque, todos los actores que contribuyen directa o indirectamente a la consecución de un conjunto de resultados deben garantizar que sus procesos, productos y servicios contribuyen al logro de los resultados deseados.
Los actores, a su vez, utilizan la información y las evidencias de los resultados reales para fundamentar la toma de decisiones sobre el diseño, la dotación de recursos y la ejecución de programas y actividades, así como para cuestiones relacionadas con la rendición de cuentas y la presentación de informes.
Es importante señalar que la gestión basada en resultados no es un conjunto de herramientas o instrucciones, ni un fin en sí mismo; más bien, es una forma de pensar sobre los proyectos y programas que permite mejorar las prácticas de gestión, aumentar la eficacia organizativa y obtener mejores resultados de desarrollo. Requiere que los ejecutores se planteen constantemente cuatro preguntas fundamentales sobre sus proyectos o programas:
¿Estamos haciendo lo correcto?
¿Nuestras intervenciones nos conducen a nuestro objetivo?
¿Estamos haciendo las cosas de la manera correcta?
¿Cómo lo sabemos?
La GBR es una estrategia de gestión mediante la cual todos los actores, que contribuyen directa o indirectamente a la consecución de un conjunto de resultados, garantizan que sus procesos, productos y servicios contribuyen al logro de los resultados deseados (productos, resultados y objetivos de nivel superior o impacto). A su vez, los actores utilizan la información y las pruebas sobre los resultados reales para fundamentar la toma de decisiones sobre el diseño, la dotación de recursos y la ejecución de programas y actividades, así como para la rendición de cuentas y la presentación de informes.
Naciones Unidas, 2011. Manual de GBR
En 2017, esta definición se actualizó de la siguiente manera:
La gestión basada en resultados se define de la siguiente manera: estrategias de gestión que se basan en la gestión para el logro de los resultados previstos de la organización mediante la integración de una filosofía y un conjunto de principios centrados en los resultados en todos los aspectos de la gestión y, lo que es más importante, mediante la integración de las pruebas y las lecciones aprendidas del desempeño anterior en la toma de decisiones de gestión. Estas estrategias pueden aplicarse en las distintas organizaciones del sistema de las Naciones Unidas.
Fuente: Gestión basada en resultados en el sistema de las Naciones Unidas: Modelo de alto impacto para la gestión basada en los resultados, JIU/NOTE/2017/1, p. iv
Fuente: JIU/NOTE/2017/1, p. v.
Dado que la orientación al impacto es más bien una forma de pensar, también debe integrarse en la cultura organizacional.
Esto significa de una manera muy práctica: Cualquier actividad e incluso cualquier tarea que estemos implementando debe responder siempre a la pregunta:
¿Cómo contribuye esta tarea a los productos, resultados e impacto final que queremos lograr?