Introducción
Módulo 1: Activismo Sostenible y Organización
Módulo 2: Modelos Organizacionales
Módulo 3: Co-Crear nuestro Modelo Organizacional
Módulo 4: Herramientas para la Resiliencia Colectiva

El paradigma turquesa (Teal) y las organizaciones (1)

Introducción

Los avances más emocionantes del siglo XXI no se producirán por la tecnología, 
sino por la ampliación del concepto de lo que significa ser humano. 
John Naisbitt

El paradigma Teal se refiere a la siguiente etapa en la evolución de la conciencia humana [1]. Cuando se aplica a las organizaciones, este paradigma considera que la organización es una fuerza independiente con su propio propósito, y no un mero vehículo para lograr los objetivos de la dirección.

Las organizaciones Teal se caracterizan por la autoorganización y la autogestión. La pirámide jerárquica de “predicción y control” de Naranja se sustituye por una estructura descentralizada formada por pequeños equipos que asumen la responsabilidad de su propio gobierno y de cómo interactúan con otras partes de la organización.

Los cargos asignados y las descripciones de los puestos de trabajo se sustituyen por una multiplicidad de roles, a menudo autoseleccionadas y fluidas. Las acciones de las personas no se guían por órdenes de alguien de la cadena de mando, sino por “escuchar” el propósito de la organización.

A diferencia de las organizaciones Ámbar, Naranja y Verde, la estructura organizativa de Teal (verde azulado o turquesa) se caracteriza por el rápido cambio y la adaptación, ya que se realizan continuamente ajustes para servir mejor al propósito de la organización.

Etapa de conciencia Teal

Para entender el paradigma organizativo Teal es necesario comprender el nivel de conciencia humana del que procede. Abraham Maslow, el psicólogo pionero, y otros autores coinciden en que el paso del paradigma Verde al Teal es especialmente trascendental en la trayectoria humana, hasta el punto de que Clare W. Graves, otro psicólogo conocido por su trabajo en modelos de desarrollo, y otros que siguen su estela, han utilizado el término conciencia de “primer nivel” para todos los estadios hasta el Verde incluido y el término “segundo nivel” para los estadios que comienzan con el Teal.

Todos los estadios de “primer nivel” consideran que su visión del mundo es la única válida y que todas las demás personas están peligrosamente equivocadas.

Las personas que pasan a Teal pueden aceptar, por primera vez, que existe una evolución de la conciencia, que hay un impulso en la evolución hacia formas cada vez más complejas y refinadas de enfrentarse al mundo (de ahí el término “Evolución-Teal”)

Domar los miedos del ego

Cada cambio de conciencia se produce cuando somos capaces de alcanzar un punto de vista más elevado desde el que vemos el mundo con una perspectiva más amplia. Al igual que un pez que puede ver el agua por primera vez cuando salta por encima de la superficie, obtener una nueva perspectiva requiere que nos desidentifiquemos de algo en lo que antes estábamos inmersos.

El cambio a Conformista-Ambar, por ejemplo, se produce cuando Impulsivo-Rojo interioriza reglas que le permiten desidentificarse de la satisfacción impulsiva de sus necesidades; el cambio a Logro-Naranja se produce cuando Ámbar se desidentifica de las normas del grupo.

El cambio a Evolución-Teal se produce cuando aprendemos a desidentificarnos de nuestro propio ego. Al observar nuestro ego desde la distancia, podemos ver de repente cómo sus miedos, ambiciones y deseos suelen dirigir nuestra vida. Podemos aprender a minimizar nuestra necesidad de controlar, de quedar bien, de encajar. Ya no estamos fusionados con nuestro ego, y no dejamos que sus miedos controlen reflexivamente nuestras vidas. En el proceso, dejamos espacio para escuchar la sabiduría de otras partes más profundas de nosotros(as) mismos(as).

¿Qué sustituye al miedo? La capacidad de confiar en la abundancia de la vida.

Todas las tradiciones de sabiduría plantean la profunda verdad de que hay dos formas fundamentales de vivir la vida: desde el miedo y la escasez o desde la confianza y la abundancia. En la Evolución-Teal, cruzamos el abismo y aprendemos a disminuir nuestra necesidad de controlar a las personas y los acontecimientos. Llegamos a creer que, aunque ocurra algo inesperado o cometamos errores, las cosas saldrán bien, y cuando no lo hagan, la vida nos habrá dado la oportunidad de aprender y crecer.

La rectitud interior como brújula

Cuando estamos fusionados con nuestro ego, nos vemos impulsados a tomar decisiones informadas por factores externos: lo que pensarán los demás o los resultados que se pueden conseguir.

  • En la perspectiva Impulsiva-Roja, una buena decisión es la que consigue lo que quiero.
  • En la perspectiva Conformista-Ambarina, las decisiones se someten a la luz de la conformidad con las normas sociales. Las decisiones que van más allá de lo que la familia, la religión o la clase social consideran legítimo provocan culpa y vergüenza.
  • En el logro-naranja, la eficacia y el éxito son los criterios por los que se toman las decisiones.
  • En el Pluralista-Verde, los asuntos se juzgan por los criterios de pertenencia y armonía.
  • En Evolución-Teal, pasamos de los criterios externos a los internos en nuestra toma de decisiones. Ahora nos preocupa la cuestión de lo que para nosotros(as) es  internamente correcto:
    • ¿Me parece correcta esta decisión?
    • ¿Estoy siendo fiel a mí mismo(a)?
    • ¿Está en consonancia con lo que siento que estoy llamado a ser?
    • ¿Estoy sirviendo al mundo?

Con menos temores del ego, podemos tomar decisiones que pueden parecer arriesgadas, en las que no hemos sopesado todos los resultados posibles, pero que resuenan con convicciones internas profundas. Desarrollamos una sensibilidad para las situaciones que no nos parecen correctas, situaciones que exigen que hablemos y actuemos, incluso frente a la oposición o con aparentes pocas probabilidades de éxito, por un sentido de integridad y autenticidad.

El reconocimiento, el éxito, la riqueza y la pertenencia se ven como experiencias placenteras, pero también como trampas tentadoras para el ego. A diferencia de las etapas anteriores, el orden se invierte: no perseguimos el reconocimiento, el éxito, la riqueza y la pertenencia para vivir una buena vida. Perseguimos una vida bien vivida, y la consecuencia puede ser el reconocimiento, el éxito, la riqueza y el amor.

La vida como un viaje de despliegue

En las etapas anteriores, la búsqueda del amor, el reconocimiento y el éxito da forma a nuestras vidas, de forma lenta pero segura, hasta el punto de que acabamos, en palabras de la poeta May Sarton, “llevando la cara de otras personas”.

En Teal, nuestro viaje hacia la rectitud interior nos lleva a hacer un examen de conciencia sobre quiénes somos y cuál puede ser nuestro propósito en la vida. El objetivo final de la vida no es tener éxito o ser amado, sino convertirnos en la expresión más auténtica de nosotros(as) mismos(as), vivir en la autenticidad, honrar nuestros dones y llamadas de nacimiento y servir a la humanidad y a nuestro mundo. En Teal, la vida se ve como un viaje de despliegue personal y colectivo hacia nuestra verdadera naturaleza.

Esto es como una revolución copernicana en una época que nos dice que podemos llegar a ser lo que queramos, si nos lo proponemos. Si “nos convertimos en Teal”, en lugar de fijar objetivos para nuestra vida, dictando qué dirección debe tomar, aprendemos a dejarnos llevar y a escuchar la vida que quiere ser vivida a través de nosotros(as). Parker Palmer, autor, educador y activista, escribe maravillosamente sobre esta perspectiva de la vida y la vocación en su libro Let Your Life Speak:

Detrás de la comprensión de la vocación hay una verdad que el ego no quiere oír porque amenaza su territorio: todo el mundo tiene una vida que es diferente del “yo” de la conciencia cotidiana, una vida que intenta vivir a través del “yo” que es su recipiente. … Se necesita tiempo y una dura experiencia para percibir la diferencia entre ambas, para sentir que bajo la superficie de la experiencia que llamo mi vida, hay una vida más profunda y verdadera que espera ser reconocida. [7]

Muchas personas que pasan por esta etapa adoptan prácticas como la meditación, el ejercicio de centrarse, las artes marciales, el yoga o simplemente caminar por la naturaleza para encontrar un lugar tranquilo que permita a la voz interior del alma decir su verdad y su guía. Las personas que viven desde esta perspectiva y conectan con un sentido más profundo del propósito pueden llegar a ser bastante intrépidas en la búsqueda de su vocación. Con su ego bajo control, no temen tanto al fracaso como a no intentarlo. La frase favorita de Clare Graves para describir a alguien que opera desde Teal era “una persona que tiene ambición, pero no es ambiciosa”.

Crecer hacia su verdadera naturaleza y trabajar hacia su vocación es su fuerza motriz, hasta el punto de que, para otras personas que no tienen la misma perspectiva, las personas que operan desde Teal a veces pueden parecer impacientes con las personas que impiden su crecimiento personal, o con las situaciones que no se sienten alineadas con el propósito que perciben para su vida.

Construir sobre las fortalezas

Cuando establecemos objetivos para nuestra vida que están desconectados de nuestro yo más profundo, cuando nos ponemos la cara de las y los demás, no nos apoyamos en la fuerza de nuestro yo. Inevitablemente nos encontraremos con carencias e invertiremos mucha energía en intentar superar nuestras debilidades, o en culparnos a nosotros(as) mismos o a las y los demás por no ser quienes creemos que deberíamos ser.

Cuando vemos nuestra vida como un viaje de despliegue hacia nuestra verdadera naturaleza, podemos mirar con más suavidad y realismo nuestras limitaciones y estar en paz con lo que vemos. La vida no nos pide que nos convirtamos en algo que no esté ya sembrado en nosotros(as). También tendemos a centrarnos menos en lo que está mal o falta en las personas y las situaciones que nos rodean y, en cambio, dirigimos nuestra atención a lo que está ahí, a la belleza y al potencial. Cambiamos el juicio por la compasión y el aprecio.

Los psicólogos hablan de un cambio de paradigma basado en el déficit a uno basado en la fortaleza. Poco a poco, este cambio se está abriendo paso en diferentes campos, desde la gestión hasta la educación, desde la psicología hasta los cuidados de salud partiendo de la premisa de que, como seres humanos, no somos problemas que esperan ser resueltos, sino un potencial que espera desarrollarse [9].

Afrontar la adversidad con gracia

Cuando la vida se ve como un viaje de descubrimiento, aprendemos a afrontar con más gracia los contratiempos, los errores y los obstáculos en nuestra vida. Podemos empezar a captar la visión espiritual de que no hay errores, sino simplemente experiencias que nos señalan una verdad más profunda sobre nosotros mismos y el mundo.

En las etapas anteriores, los obstáculos de la vida (una enfermedad, un mal jefe, un matrimonio difícil) se consideran tiradas de dados injustas. Nos enfrentamos a ellos con ira, vergüenza o culpa, y estos sentimientos nos desconectan de las y los demás y de nosotros(as) mismos.

En Teal, los obstáculos son vistos como la forma en que la vida nos enseña sobre nosotros(as) mismos y sobre el mundo. Estamos dispuestos a dejar de lado la ira, la vergüenza y la culpa, que son escudos útiles para el ego pero pobres maestros para el alma. Aceptamos la posibilidad de haber contribuido a crear el problema y nos preguntamos qué podemos aprender para crecer a partir de él.

En paradigmas anteriores, a menudo nos convencemos de que todo está bien hasta que un problema se convierte en una bola de nieve y nos golpea como una avalancha, forzando el cambio en nuestra vida.

Ahora, tendemos a hacer pequeños ajustes frecuentes, mientras aprendemos y crecemos a partir de los problemas que encontramos en el camino. En las etapas anteriores, el cambio a nivel personal se siente amenazante.

A partir de la Evolución-Teal, suele haber una tensión agradable en el viaje de crecimiento personal. 

Sabiduría más allá de la racionalidad

En el paradigma Naranja, la racionalidad es el rey y gobierna de forma incuestionable en la búsqueda de la decisión que dará el mejor resultado. Cualquier otra fuente de conocimiento que no sean los hechos y el razonamiento lógico es “irracional” y debe descartarse. Sin embargo, irónicamente, el apego de Naranja a los resultados suele nublar la capacidad de ver la realidad con claridad. En medio de los montones de información que deben servir para tomar decisiones complejas, podemos no ver la información que es incongruente con nuestra visión del mundo o con el futuro que nuestro ego ha proyectado y al que está apegado; a menudo la escritura estaba en todas las paredes y, sin embargo, la gente descartó las pistas (o no se atrevió a hablar).

La organización Teal, menos apegada a los resultados, puede aceptar más fácilmente las verdades, a veces desagradables, de la realidad; por lo tanto, el pensamiento racional dentro de la Teal puede estar más informado por los datos.

Más allá de los hechos y las cifras, la cognición en esta etapa recurre a una gama más amplia de fuentes para apoyar la toma de decisiones. La perspectiva moderna-científica de Naranja desconfía de las emociones que podrían nublar nuestra capacidad de razonar racionalmente, mientras que el Verde a veces se va al otro extremo, rechazando los enfoques analíticos del “cerebro izquierdo” por los sentimientos del “cerebro derecho” como base para la toma de decisiones.

A Teal le gusta aprovechar todos los ámbitos del conocimiento. Los enfoques analíticos pueden aportar información. También hay sabiduría en las emociones, si aprendemos a indagar en su significado: ¿Por qué estoy enojado(a), temeroso(a), ambicioso(a) o emocionado(a)? ¿Qué revela esto sobre mí o sobre la situación que se está desarrollando?

La sabiduría también puede encontrarse en la intuición. La intuición honra la naturaleza compleja, ambigua, paradójica y no lineal de la realidad; inconscientemente conectamos patrones de una manera que nuestra mente racional no puede. La intuición es un músculo que se puede entrenar, al igual que el pensamiento lógico: cuando aprendemos a prestar atención a nuestras intuiciones, a honrarlas, a cuestionarlas en busca de la verdad y la orientación que puedan contener, afloran más respuestas intuitivas.

Mucha gente cree que hay respuestas que se encuentran en fuentes aún más profundas. Las tradiciones de la sabiduría y la psicología transpersonal confían en que si no nos limitamos a formular una pregunta, sino que la vivimos, el universo, en su abundancia, puede darnos pistas sobre la respuesta en acontecimientos inesperados y sincronías o en palabras e imágenes que surgen en sueños y meditaciones. Los estados no ordinarios de conciencia -estados meditativos, estados contemplativos, experiencias visionarias, flujo, experiencias cumbre- están disponibles en cualquier etapa de la conciencia, pero a partir de Teal, la gente suele adoptar prácticas regulares para profundizar en su experiencia en estos estados y acceder a todo el espectro de la experiencia humana.

Ken Wilber hace una distinción crítica entre etapas de conciencia y estados de conciencia. Los estados se refieren al tipo de conciencia efímera y pasajera, mientras que los estadios son estructuras más duraderas en las que la gente crece. Las etapas incluyen la conciencia despierta, el estar soñando, el estar durmiendo, los estados alterados (inducidos, por ejemplo, por la meditación, la hipnosis, el psicodrama o las drogas) y los estados máximos de experiencia mística. (Wilber suele utilizar las categorizaciones de burdo, sutil, causal, testigo y no dual).

Los estados y las etapas a veces se confunden, porque el lenguaje de la experiencia cumbre es a menudo similar al lenguaje que describe las etapas más altas, pero son dos propiedades distintas de la conciencia (siendo los cuadrantes, las líneas y los tipos la tercera, cuarta y quinta propiedades en el modelo integral de Wilber).

Digamos que alguien tiene un estado de experiencia mística máxima mientras opera generalmente desde la etapa Conformista-Ámbar: el estado máximo no impulsa a la persona a pasar por alto las etapas de desarrollo Naranja, Verde, Teal y subsiguientes para alcanzar la cima de la escalera. La persona sigue operando desde el Ámbar, como quedará claro cuando vuelva a estar en un estado de conciencia despierta. Wilber y Combs han encontrado evidencia de que cualquier estado puede ser experimentado en cada etapa.

Por ejemplo, las personas pueden realizar prácticas de meditación y otros estados alterados en cualquier etapa. A partir de Teal, existe un marcado interés por realizar prácticas regulares de conciencia no ordinaria para acceder a todo el espectro de la experiencia humana. [11]

Otro avance cognitivo es la capacidad de razonar en la paradoja, trascendiendo el simple o con un pensamiento más complejo de ambos. La inhalación y la exhalación ilustran fácilmente la diferencia. En el pensamiento “o”, los vemos como opuestos. En el pensamiento “ambos”, los vemos como dos elementos que se necesitan mutuamente: cuanto más podamos inspirar, más podremos espirar. La paradoja es fácil de entender en el caso de la inhalación y la exhalación; es menos obvia en el caso de algunas de las grandes paradojas de la vida que sólo empezamos a entender de verdad cuando llegamos a la Teal: la libertad y la responsabilidad, la soledad y la comunidad, el cuidado de uno mismo/una misma y el cuidado de las y los demás.

Si juntamos todo esto -una racionalidad sin miedo y la sabiduría que puede encontrarse en las emociones, la intuición, los acontecimientos y las paradojas-, la Evolución Teal pasa la página de la cosmovisión racional-reduccionista del Naranja y la posmoderna del Verde a un enfoque holístico del conocimiento.

Esforzarse por alcanzar la plenitud

Desidentificarse del ego es un paso más de liberación en el viaje humano. Pero con la desidentificación viene la separación, y las personas que operan en esta etapa suelen desarrollar un agudo sentido de hasta qué punto hemos dejado que la separación fragmente nuestras vidas y cuánto nos ha costado. Hemos dejado que nuestros ocupados egos triunfen sobre la tranquila voz de nuestra alma; muchas culturas suelen celebrar la mente y descuidar el cuerpo; valoran lo masculino por encima de lo femenino; y muchos de nosotros hemos perdido la comunidad y nuestra conexión innata con la naturaleza.

Con esta etapa llega un profundo anhelo de plenitud: reunir el ego y las partes más profundas del ser; integrar la mente, el cuerpo y el alma; cultivar tanto la parte femenina como la masculina en nuestro interior; ser íntegros en relación con las y los demás; y reparar nuestra relación rota con la vida y la naturaleza. A menudo, el cambio a Teal viene acompañado de una apertura a un reino espiritual trascendente y un profundo sentido de que, en algún nivel, todos y todas estamos conectados y formamos parte de un gran todo.

Después de muchos pasos sucesivos de desidentificación, a medida que aprendemos a ser totalmente independientes y fieles a nosotros(as) mismos, nos damos cuenta de que, paradójicamente, somos profundamente parte de todo.

Este anhelo de plenitud está en contradicción con la separación que fomentan la mayoría de los lugares de trabajo, aunque sea de forma inconsciente: se hace demasiado hincapié en el ego y lo racional y se niega lo espiritual y lo emocional; se separa a las personas en función de los departamentos en los que trabajan, su rango, su formación o su nivel de rendimiento; se separa lo profesional de lo personal; se separa a la organización de sus competidores y del ecosistema en el que está inmersa.

El vocabulario que utilizamos es a menudo revelador: en las organizaciones, a menudo hablamos de “equilibrio entre el trabajo y la vida”, una noción que muestra lo poco que queda de vida en el trabajo cuando nos hemos separado de tantas cosas que realmente importan. Para las personas que hacen la transición a Teal, estas separaciones en el lugar de trabajo suelen ser tan dolorosas que optan por dejar la vida organizativa por alguna forma de autoempleo, un contexto más complaciente para encontrar la plenitud consigo mismo y con las y los demás.

La plenitud e integridad en relación con las y los demás

En el Teal Evolutivo, podemos trascender los opuestos del juicio y la tolerancia. En etapas anteriores, cuando no estamos de acuerdo con otras personas, a menudo nos enfrentamos a ellas juzgándolas, creyendo que debemos tener razón y que ellas deben estar equivocadas. Nuestra tarea entonces es convencerlos, enseñarles, arreglarles o descartarlos. O podemos, en nombre de la tolerancia, el ideal de los Verdes, pasar por alto nuestras diferencias y afirmar que todas las verdades son igualmente válidas.

En Teal, podemos trascender esta polaridad e integrarnos con la verdad superior del no juicio, podemos examinar nuestra creencia y descubrir que es superior en verdad y, sin embargo, abrazar al otro como un ser humano de valor fundamentalmente igual.

En ausencia de juicio, las relaciones adquieren una nueva calidad.

Nuestra escucha ya no se limita a recopilar información para convencer, arreglar o descartar. Podemos crear un espacio compartido a salvo de juicios, donde nuestra escucha profunda ayuda a las y los demás a encontrar su voz y su verdad, al igual que ellos nos ayudan a encontrar la nuestra. En Naranja, nos liberamos de las comunidades opresivas y normativas de Ámbar. Ahora tenemos la oportunidad de recrear la comunidad sobre una nueva base, en la que nos escuchamos unos a otros para alcanzar la plenitud y la identidad.

Integridad con la vida y la naturaleza

Paradójicamente, cuanto más aprendemos a ser fieles a nuestro yo único, más nos damos cuenta de que sólo somos una expresión de algo más grande, una red interconectada de vida y conciencia. Esta constatación puede ser estimulante, pero también dolorosa: ahora comprendemos cuán profundamente se ha roto nuestra relación con la vida y la naturaleza.

Nos esforzamos por reparar esa relación, no desde un lugar de obligación moral, sino desde una conciencia interior, sabiendo que no estamos separados de la naturaleza, sino que somos uno con ella. Vemos la insensatez y la arrogancia de la postura de la humanidad de ponerse por encima del resto de la vida y tratamos de encontrar un lugar más veraz y humilde en medio de ella.

A menudo, reavivar nuestra relación con la vida y la naturaleza nos lleva a buscar una vida más sencilla, menos abarrotada de posesiones que creíamos necesitar hasta que comprendemos que no somos ricos por las cosas que poseemos, sino por las relaciones que alimentan nuestra alma.

Fuente: Laloux, Frederic (2014). Reinventing Organizations.