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Cuento: Recogiendo los días que no deberían ser

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Texto del cuento

Había una vez un anciano. Vivía solo en una casa antigua en medio de un jardín tan grande que fueron necesarios muchos días para atravesarlo. Cuando envejeció y ya no fue útil para nadie, se volvió amargado.

Con el paso de los años, su amargura lo abandonó y él se volvió ligero. Entonces un día escuchó un llamado. “¡Ve y recoge los días que no deberían ser!”

Eran muchos, y él que se había vuelto liviano como una pluma, se dejó llevar por los vientos en todas las direcciones siempre cuando un día en algún lugar del mundo no debería ser.

Recogió los días en los que los seres humanos perdieron lo que mas amaban.

Días en los que un dolor se clavaba en el corazón de una persona.

Días sin consuelo.

Días en los que la vida era una carga.

Días malditos.

Días de oscuridad.

Días de ira.

Días sin sentido.

Siempre hubo alguien que dijo: “¡Este día no debería suceder!”

El anciano los juntó todos, independientemente de su historia. Un día le pesaba lo mismo que el otro.

A veces también hubo días de alegría y alguien dijo que este día no debería suceder.

Los llevó suavemente con el viento a su jardín y los colocó en la tierra.

Y cayó la lluvia sobre la tierra, y el sol la iluminó, hasta que la nieve cubrió todo. Después de un tiempo crecieron flores y árboles cuyo aroma era tan dulce que atraían a las mariposas más raras y hermosas. Había un florecimiento y un zumbido en este jardín, como nunca antes nadie había visto ni oído.

Entonces el anciano vivió con los días que no estaban destinados a ser.

Un día escuchó otro llamado. “¡Ahora toma las semillas de tu jardín y llevalas al mundo!”

Y nuevamente dejó que los vientos lo llevaran en todas las direcciones y esta vez sembró sus semillas aquí y allá.

Todas las flores y todos los árboles que crecieron a partir de las semillas olían de lo más dulce, como un perfume que nadie había experimentado jamás.

Entonces la gente llegó al lugar de las flores y los árboles, sus rostros se iluminaron y dijeron: “Oh, qué hermoso día, qué bello día, si tan solo nunca llegaría a su final.”

Entonces el anciano sonrió y siguió recogiendo los días que no deberían ser.

Fuente:

Reddemann, Luise. (2005). Imagination als heilsame Kraft: Zur Behandlung von Traumafolgen mit ressourcenorientierten Verfahren. pfeiffer bei Klett-Cotta. Stuttgart. Pág 166-176. Traducido y adaptado por Rita Muckenhirn. 24.01.2025.