Otra ilusión que nos impide ver lo que es es la creencia de que el progreso se basa en una insatisfacción permanente con la realidad. Hay muchas maneras de vivir esta ilusión.
Consiste en vivir en el futuro:
cuando tengamos más dinero…,
cuando termine mis estudios…,
cuando estemos casados…,
cuando tengamos hijos…,
cuando los hijos sean mayores…
Por más saludable y legítimo que sea esperar lo que está por venir, también es peligroso si solo vivimos en el futuro y nos olvidamos de estar presentes en el momento presente y aceptamos lo que ahora mismo olvidamos.
Estar lleno de gratitud por lo que es. Puede que no nos guste la realidad tal como es en este momento.
Podemos esperar algo mejor, más, algo diferente. Podemos soñar el futuro.
Sin embargo, sólo podemos actuar aquí y ahora y crear nuestro futuro.
“Oh, si tan solo pudiera escapar de aquí. Las personas que me rodean son todas personas poco interesantes, de mente estrecha y asustadizas…”
Las atribuciones negativas son infinitamente variables.
Mi marido, mi mujer, mis hijos, mi familia, el hecho de no tener familia, todo esto me impide vivir como quiero.
No tengo el trabajo que me gustaría.
No tuve suerte. Mis padres no financiaron mis estudios.
Hubiera aprendido un idioma extranjero, etc.
La lista de posibles quejas es diversa e infinitamente larga.
Después de todo lo que he pasado simplemente no puedo “controlarme”, “trabajar normalmente”, “ser feliz” y mucho más dependiendo de lo que elija la víctima.
Para las personas que piensan así la realidad actual no existe, no importa lo que sea hoy. Lo único que cuenta es lo que pasó en el pasado, lo que se perdió, lo que fue positivo ayer o anteayer.
Aceptar lo que es es el secreto de cada nuevo comienzo, de cada progreso y crecimiento personal, de cada desarrollo continuo.
Una de las historias más impactantes relacionada con la capacidad de aceptar las cosas y con ello hacer posible un nuevo comienzo nos la contó la propia persona afectada.
Pierrette Richer, de la provincia canadiense de Quebec, era la feliz madre de cinco maravillosos hijos. Una tarde de febrero, tuvo que trabajar hasta tarde en la oficina mientras una niñera cuidaba a sus hijos en casa.
Entonces recibió la noticia de que su casa estaba en llamas. Cuando ella y su marido al que había avisado llegaron allí, se enteraron de que sus cinco hijos no podrían haberse salvado. Pierrette cayó de rodillas en la nieve y estuvo postrada ahí durante diez largos minutos.
Luego se levantó y se dijo: “¡Esto es lo que pasó!” Tuvo el extraordinario coraje de aceptar lo que era.
Por supuesto que no, no era lo que ella quería.
Toda su vida quedó reducida a cenizas, sus hijos desaparecidos para siempre.
Sin embargo, hay personas que tienen extraordinarios recursos internos que son capaces de aceptar lo que es y luego seguir apreciando la vida que hay en su interior.
Poco después de este trágico suceso, Pierrette Richer abandonó Canadá.
Se formó como psicoterapeuta y ahora sana, consuela y apoya a otras personas que necesitan ayuda después de una tragedia personal.
Cuando ocurre un drama y sufrimos un golpe del destino, no se trata de ahorrarnos el trabajo del duelo y los sentimientos dolorosos asociados, como la ira, el miedo, la tristeza, las dudas y los sentimientos de culpa.
La esencia, sin embargo, es llegar a aceptar lo que es.
No es en absoluto como si quisieras lo que pasó, te rindieras o pasaras a otra cosa. Más bien se trata de decir muy simple – y muchas veces no es fácil sino difícil – : “Esto es lo que sucedió!” La realidad es así. Reconozco lo que es porque ese es exactamente el punto de partida desde el cual puedo ir a otro lugar.
Fuente:
Poletti, Rosette. (2024). Akzeptieren was ist. Scorpio Verlag München. Pág. 61-65
Traducido, resumido y adaptado por Rita Muckenhirn. 22.01.2025.