Módulo 4: Modelo de 8 claves para la resiliencia y ACT
Módulo 5: Facilitación de la resiliencia
2 of 4

Adversidades… como parte de nuestra vida

La aceptación nos permite madurar. 
La aceptación fortalece.
La aceptación libera.

Placide Gaboury.

Cuento sobre el árbol del pueblo

Había una vez en una tierra lejana un padre que estaba muy afligido. Tenía en brazos a su hija que había nacido de última.

La niña llevaba varios días sin poder saciar su hambre. El padre temía por su vida. Hacía meses que no llovía y los curanderos no preveían ni la más mínima nube hasta dentro de mucho tiempo.

Entonces el padre, a quien en el idioma local se llamaba “Hombre Recto”, reunió a su alrededor a todos los hombres sanos.

Recordó que había un árbol en el centro del pueblo que daba frutos en abundancia durante todo el año. Estos frutos no eran recogidos por nadie, pues desde la antigüedad se sabía que una de las dos grandes ramas que se extendían desde el tronco daba buenos frutos, mientras que la otra rama producía frutos venenosos que traían la muerte. Sin embargo, a lo largo de los siglos, se había olvidado cuál era el lado bueno.

“Hombre Recto”, dijo a los demás hombres del pueblo: “Es así, mi hija se va a morir y yo no puedo aceptarlo. Entonces subiré al árbol y comeré el fruto. Si estoy en el lado correcto, seguiré con vida y aseguraré que el pueblo sobreviva, porque así todos podrán saciar su hambre con el fruto con el que el árbol se cubre noche tras noche. Si estoy en el lado equivocado, moriré y entonces sabrás que tienes que recoger la fruta del otro lado del árbol. Prométeme que si muero alimentarás a mi hija.”

Así sucedió. El Hombre Recto subió al árbol, tomó una fruta, la comió y sobrevivió. A partir de ese día el pueblo prosperó.

Unos meses después volvieron las lluvias y los campos se volvieron verdes. El pueblo obviamente estaba en su mejor momento. Pero entonces, en una noche de luna llena, los jóvenes del pueblo se reunieron.

Hablaron del gran árbol y se lamentaron de que daba dos clases de frutos. No podían aceptar que todavía existiera el riesgo de confundir los dos tipos de frutas. Entonces decidieron cortar la rama que daba el mal fruto.

Dicho y hecho, orgullosos de su trabajo, se fueron a dormir.

Pero al día siguiente las y los aldeanos estaban aterrorizados. Todo el árbol estaba muerto.

Los buenos frutos fueron esparcidos por el suelo junto con los malos. La extraordinaria fuente de ayuda del pueblo ya no existía. Esa fue una pérdida terrible.

Los ancianos de la aldea se entristecieron al darse cuenta de que los jóvenes no entendían que no hay bien sin mal. No hay paz sin guerra, no hay verdad sin mentiras y no hay felicidad sin sufrimiento. Así es la vida y la sabiduría más profunda reside en aceptar lo que es.

Basado en un cuento popular.

Aceptar para transformar

El ser humano ha experimentado sufrimiento desde tiempos inmemoriales. A veces tan intenso que deseaban la muerte.

Después, una y otra vez, las circunstancias externas se volvían más favorables, pero el sufrimiento seguía ahí.

Ya no era causado por causas externas, sino por el deseo insensato de ser otra persona o de tener algo distinto de lo que se tiene.

Las principales religiones han intentado encontrar y enseñar respuestas a los innumerables aspectos del descontento, a menudo con éxito.

Ya sea que debamos practicar la renuncia, aceptar nuestro karma o esperar el paraíso que nos compense después de nuestra muerte por todo lo que no tuvimos aquí en la tierra.

El mensaje fue que tu sufrimiento es sólo temporal, algo mucho mejor te espera después. Esta ideología todavía se puede encontrar hoy, especialmente entre los fanáticos religiosos.

Los principales sistemas políticos le agregaron su perspectiva: “Trabajen duro, gente, y tendrán un futuro brillante y sus hijos se beneficiarán de ello.” U otra variante: “Conviértete en el mejor, sé el ganador. Si realmente quieres lograr algo, puedes hacerlo.”

Los sistemas de salud modernos han recogido la antorcha. “¿Estás triste y sientes que nada tiene sentido. Tenemos la solución para ti. Un medicamento químico te ayudará. Volverás a estar en plena forma y podrás seguir adelante sin hacerte grandes preguntas.”

En determinadas situaciones, el tratamiento farmacológico puede ser totalmente adecuado e incluso necesario. Sin embargo, el peligro es caer en la ilusión de que cualquier sufrimiento humano puede curarse del mismo modo que una infección, administrando el antibiótico adecuado.

Escapar del sufrimiento significa, ante todo, aceptarlo, 
aceptar lo que es.

Desde el nacimiento hasta la muerte, la vida no siempre nos trae necesariamente lo que queremos.

  • ¿Es entonces la vida lo que necesitamos cambiar?
  • ¿O depende de cada uno y cada una de nosotros(as) aceptar lo que es para poder seguir adelante?

Aceptar lo que es no es un proyecto final. No significa ser fatalista.

Reconocer lo que es, 
sólo por el momento,
es la única forma en que podemos cambiar o transformar lo que es.

Cuando una persona, un grupo, un pueblo desarrolla la capacidad de aceptar verdaderamente la afirmación de que “lo que pasó pasó” entonces la ira disminuye, la rebelión se calma y la creatividad puede volver a trabajar en la búsqueda de caminos y estrategias para encontrar soluciones.

Todo esto parece fácil a primera vista.

Entonces, ¿por qué es tan difícil ponerlo en práctica? ¿Cómo podemos desarrollar nuestras habilidades de aceptación positiva?

Me gustaría invitarte a pensar en todo esto, reflexionar junto con tus amigas(os), colegas y compañeros(as) activistas.

Fuente:

Poletti, Rosette. (2024). Akzeptieren was ist. Scorpio Verlag München. Pág. 13-17

Traducido, resumido y adaptado por Rita Muckenhirn. 17.01.2025