Módulo 5.2. Intervenciones - La Comunicación
Módulo 5.3. Intervenciones para transformar el conflicto
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La credibilidad de la persona emisora

La eficacia en la transmisión de un mensaje (en este caso “mensaje codificado”, palabras) es directamente proporcional al grado de credibilidad que la persona receptora otorgue a la persona emisora. 

Es decir: la cierta garantía de que un mensaje será descodificado en el sentido en el que se emite (“entendiendo” el mismo contenido semántico que se expresa), depende de que el nivel 1 aporte al receptor una “pre-comunicación” (que, evidentemente, es ya una comunicación en sí misma), que le predisponga a creer lo que está escuchando. 

El mensaje en sí mismo, por muy objetivo que pretendamos que sea, viene determinado por la subjetividad de la interpretación que mutuamente hacen de ellos los partícipes en el fenómeno comunicativo. 

La “credibilidad” es una categoría del emisor, no del mensaje transmitido. Esta se muestra, como es lógico, en el ya analizado nivel 1 de comunicación (“pre-comunicación” o “meta-comunicación”). 

Criterios que determinan la credibilidad y calidad de la comunicación

Algunos criterios que determinan la credibilidad y por ende la calidad de la comunicación son:

  • Expresión del rostro.
  • Mirada a la persona receptora. 
  • Ambiente físico (evitar sobre todo ruidos). 
  • Tono de voz. 
  • Ausencia de tensiones, por ejemplo, utilizando  el “sentido del humor”. 
  • Deseo de no “imponer o avasallar” a la persona receptora. 
  • Afabilidad. 
  • Interés real en lo transmitido. 
  • Preocupación por el hecho de que la persona receptora “entienda”. 
  • Demandar opiniones (retroalimentación comunicativa). 
  • Empleo de signos (palabras, gestos, etc.) que la persona receptora “entienda”. 
  • Predisposición a convertirse, a su vez, en persona receptora. 
  • Naturalidad y sinceridad. 
  • Dar la sensación de “asequible” o “con apertura de aprender de la otra persona”. 
  • Planteamiento del mensaje como “alterable” por la persona receptora, cambia de opinión según las respuestas. 

Naturalmente es difícil detallar todas aquellas “manifestaciones” del nivel 1 que generan la necesaria credibilidad como emisor(a) de un mensaje, en todo caso debemos insistir en que dicho mensaje no puede ser verdaderamente “operativo” si no “nace” de un emisor, de una fuente interpretada anteriormente como capaz de “ser escuchada”. 

La comunicación como fenómeno humano que es, está ligada, lógicamente, al eterno juego de las interpretaciones personales y de ellas depende. 

Si la persona emisora debe mantener ciertas “formas” como tal, lo que también es evidente es que la persona receptora debe presentarse como un elemento capaz de “aceptar” el mensaje. 

No olvidemos que mientras la persona emisora transmite su mensaje está, simultáneamente, descodificando e interpretando la imagen que la persona receptora da como tal. 

Ello, el famoso “vaivén” de la comunicación, el continuo feed-back, matiza y modifica el proceso de transmisión. No olvidemos tampoco que toda transmisión de un mensaje es, en cierto sentido, la emisión de una “información” y que el emisor desea que ésta sea recibida como él cree que “merece”. 

Influencia de actitudes y empatía

El hecho de que el mensaje sea recibido por un(a) participante del proceso de comunicación que presente las siguientes actitudes, generalmente suele provocar un efecto negativo en la comunicación: 

  • Se muestra poco interesado por el tema o por el emisor. 
  • No mira al emisor. 
  • Está constantemente manifestando que “eso ya lo sabía” (niega la “sorpresa” informativa). 
  • Desea acelerar el proceso de transmisión. 
  • En lugar de “escuchar” prepara ya su intervención futura (competitividad comunicativa). 
  • Desvirtúa, malinterpreta deliberadamente o desprecia el mensaje. 

En cierto sentido, diríamos que la “credibilidad” de la persona emisora debe estar en correspondencia con la “credibilidad” de la  persona receptora como tal, con la manifestación por parte de ésta última de que el mensaje es “aceptado” y se intenta de él una descodificación justa y positiva. 

En el fondo, no hablamos más que de establecer empatía entre las y los participantes en una comunicación, la cual también se necesita manifestar “físicamente”. Esta requiere poder ser “observada” por ambas partes, dado que en tal observación está la comunicación del nivel 1, la “afectiva”. 

El contexto de la comunicación

Tanto si ocupamos el rol de emisor(a) o de receptor(a) siempre implica un determinado grado de adecuación al contexto en el cual se desarrolla la comunicación de acuerdo a cada caso y situación concretos (mundo del trabajo, política, negocios, enseñanza, etc.) que debe ser atentamente estudiada. 

Sobre la comunicación “objetiva”

La comunicación “objetiva” (por llamarla de alguna manera), o sea, la transmisión del signo estrictamente codificado (palabras, lenguaje “hablado”) suele tener importancia relativa en el proceso general de la comunicación. La escuela de Palo Alto indica que éste no supera, en la totalidad del proceso, más de un 20 % de la comunicación total. 

Entonces podemos concluir que la “credibilidad” de la persona emisora depende más bien del “comportamiento” como tal, no en la emisión del contenido del mensaje como tal que incluso se da posterior a la primera interpretación. 

Además por lo general ambas partes, la persona emisora y persona receptora, a su vez, suelen entrar al proceso de comunicación con cierto “pre-conocimiento”, es decir,  cuando dos personas deben “hablar” por primera vez puede decirse que existe ya cierta expectativa que “sitúa” a los dos partícipes en determinado “nivel”. 

La expectativa y el estatus

La expectativa en relación al proceso de comunicación suele estar influenciada por: 

  • El cargo, la profesión, el nivel social, o sea, la representación de status o “poder”. 
  • La expectativa de “demanda”, alguien “pide” algo a alguien. 
  • La expectativa de “dependencia”, es decir, del asunto tratado “depende” algo importante para una de las dos partes. 
  • La expectativa de “admiración”. 
  • La infravaloración de una de las partes sobre la otra. 

Dicha “situación” inicial de los partícipes influye sensiblemente en el correcto proceso de descodificación del mensaje. 

Si las personas partícipes de la comunicación son hábiles y desean realmente establecer un proceso eficaz, buscarán reequilibrar sus posiciones de manera constante llevándolas a un plano de igualdad.

Sabemos que esto en muchas ocasiones es muy difícil, tanto por una parte como por otra, dado que hay una tendencia a la desigualdad en el ser humano y sus relaciones sociales. Sin embargo, si no se llega a un cierto equilibrio de roles, la comunicación será prácticamente inútil.

Nota:

Semántica: Parte de la lingüistica que estudio el significado de los signos lingüisticos y de sus combinaciones.

Fuentes:

Watzlawick, Paul; Beavin Bavelas, J.; Jackson, D.D. 1997. Teoría de la comunicación humana. Herder. Barcelona.

Muckenhirn, Rita. 2014. La comunicación: nuestro reto de cada día. La Cuculmeca. Jinotega. Pág. 23 – 25.