Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
2 of 4

Aceptación (1) – Es lo que es

Es lo que es

Ya no podemos cambiar lo que ha ocurrido en el pasado. Hemos adquirido mucha experiencia, aprendido cosas importantes, puesto mucha energía en proyectos de diversa índole. Algunas decisiones han tenido un efecto positivo, otras pueden no haber sido tan felices. Sin embargo, todo lo que hemos hecho o dejado de hacer en el pasado nos ha convertido en la persona que somos hoy.

El pasado no se puede deshacer. Es lo que es. Desde la cabeza, por supuesto, todos lo sabemos, pero las tripas y el corazón también deben empezar a entenderlo.

La energía dirigida hacia el pasado nos sirve de poco.

Tiene más sentido mirar más hacia el futuro y pensar en lo que debería ser mejor a partir de ahora y cómo podemos ponerlo en práctica concretamente. Para ello, primero hay que aceptar lo viejo, luego prever la transición y, por último, orientarse conscientemente hacia lo nuevo.

Ver el cambio y las crisis como una oportunidad

Se dice que las personas somos animales de costumbres. Un entorno familiar, personas conocidas, un trabajo conocido… todo ello nos proporciona seguridad.
Pero demasiada seguridad nos hace inflexibles.
Hacer lo habitual de una manera nueva nos mantiene mentalmente flexibles.
Quien es flexible, afronta mejor los cambios.

Tomar conciencia de las fortalezas anteriores


El cambio más importante en los primeros años fue pasar de gatear a andar.

Y seguramente te caíste una y otra vez al aprender a andar, como todos los niños. Sin embargo, no te rendiste, seguiste adelante.

En la primera fase de la vida, con tantos pequeños pasos de cambio, ensayo y error, lo principal era encontrar tu propio lugar en la vida.
Especialmente en el primer tercio de la vida, todo gira en torno a las preguntas:

  • ¿Quién soy?
  • ¿Adónde pertenezco?
  • ¿Con quién quiero vivir?
    Los cambios son una parte normal de esta fase de búsqueda y de probar cosas.

Pero cuanto más mayores nos hacemos, más percibimos los cambios como molestos o pesados. Nuestras prioridades y valores cambian. Ya no queremos las incertidumbres propias del cambio, ni las fluctuaciones emocionales entre lo positivo y lo negativo, lo viejo y lo nuevo, la alegría y el miedo.

Fortaleza a través de la crisis

Pero aunque los cambios se hagan más difíciles a medida que envejecemos, son necesarios para que sigamos desarrollándonos. A más tardar cuando nos encontramos en una crisis, volvemos a ser conscientes de ello. ¿En qué momento se habla de crisis?

Una crisis se define generalmente como una situación difícil, una situación que suele representar el punto álgido o de inflexión de una evolución peligrosa. Si ya no puedes resolver tus conflictos internos, si sigues dándole vueltas a un tema en tus pensamientos, si no puedes decidirte y te deslizas cada vez más hacia el lado oscuro emocionalmente, si posiblemente ya no puedes dormir bien, entonces son señales claras de que estás en crisis.

Reorientarse

A más tardar cuando el cuerpo nos obliga a tomarnos un tiempo, deberías empezar a ver esta situación como una oportunidad para mirar hacia delante y planificar tus pasos para el cambio.
Incluso en las situaciones más difíciles, con una separación dolorosa, con pérdidas, puedes elegir: puedes permanecer en el dolor, en la desesperación, o puedes empezar, con pasos muy pequeños, a reorientarte, a percibir la situación de otra manera, a permitirte también sentimientos positivos.

Aceptar el miedo

Por regla general, una crisis siempre incluye un sentimiento de miedo. No se puede suprimir sin más. Tampoco deberías hacerlo tú, porque puede ser una señal para agudizar tus sentidos, para examinar la situación despierto y decidir qué es lo que probablemente te ayudará.

Es importante que no te resistas al miedo ni lo aumentes con fantasías catastróficas, porque entonces se vuelve tan grande que te sientes paralizado.

Si, por el contrario, aceptas que este sentimiento forma parte de una crisis y lo abrazas, en plan “Hola, miedo, ahí estás otra vez”, entonces no podrá atacarte sin invitación y además ya lo reduces un poco. La incertidumbre de cómo acabará algo, decidamos lo que decidamos, es algo a lo que siempre tenemos que enfrentarnos en la vida.

Aprovechar los callejones sin salida percibidos

En una crisis, muchas personas se sienten impotentes. Se sienten abrumadas, no saben qué hacer a continuación. Entonces no tienen acceso a sus recursos y competencias interiores.

Si realmente no encuentras la manera de salir de ese callejón sin salida, busca ayuda. Puede ser un amigo, un abogado, un médico o un coach.

No esperes demasiado, a veces basta una conversación para volver a encontrar el acceso a tus propios recursos. Atreverse a pedir apoyo es también una de las siete claves para tener más fuerza interior.

Aprenderás algo de cada crisis que afrontes, por grande o pequeña que sea.

Después te sentirás más fuerte, y mirando hacia atrás verás lo que has ganado. Tal vez, en el futuro, puedas incluso acoger con alegría los cambios y las crisis.

Percibir las crisis con más precisión

A menudo algo ha estado latente durante mucho tiempo, hemos sentido durante mucho tiempo tensión, estrés y rabia subliminales. Y cuando llega la ruptura, nos sumergimos en medio de la gran crisis a pesar de nuestras premoniciones. Así que tenemos que aprender a mirar más de cerca con antelación, a notar antes las señales de alarma y a confiar en nuestro instinto. Entonces la crisis no nos pilla completamente desprevenidos, sino que tiene un efecto purificador y hace posible un nuevo comienzo.

Auto chequeo: Revisión y perspectivas

Por favor, realiza el siguiente ejercicio.