Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Identificar tus “impulsores internos”

Identificar tus ” impulsores internos”

El siguiente ejercicio se basa en el trabajo del analista transaccional estadounidense Taibi Kahler, que descubrió los “impulsores internos” en los años setenta. Estos “impulsores” son un modelo de patrones de control interno o motivadores: controlan nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos.

Como muchos de nuestros patrones internos, surgen en la infancia; básicamente, son la voz de autoridades externas (principalmente los padres, pero también circunstancias de vida formativas, por ejemplo el círculo cultural en el que vivimos), cuyas exigencias y expectativas sobre nosotros(as) interiorizamos hasta tal punto que acaban convirtiéndose en parte integrante de nuestro yo.

La identificación de los “impulsores internos” se utiliza desde hace más de 20 años en los movimientos sociales para identificar las creencias y afirmaciones internas a las que estamos apegados(as) y que utilizamos para motivarnos e impulsarnos internamente.

La lógica interna de los impulsores es “Si hago esto lo suficiente, obtendré reconocimiento”. Aunque estos “impulsores” parecen socialmente deseables en la superficie, sentirse internamente en deuda con ellos y obedecerlos puede limitar seriamente tu capacidad para cuidarte bien, disfrutar de lo que haces y alcanzar tus objetivos.

Por otro lado, cada uno de estos impulsores es también un recurso importante sin el cual probablemente no habrías podido hacer mucho de lo que has hecho bien en la vida. No se trata de expulsar por completo a los impulsores de tu vida, sino de eliminar su dominio subconsciente y manejarlos de forma reflexiva. Esto requiere, en primer lugar, tomar conciencia y, en segundo lugar, una práctica de atención plena que nos facilite descubrir repetidamente estos patrones en nuestro comportamiento cotidiano y cambiarlos si lo deseamos.

Los impulsores

“¡Sé fuerte!”
Este impulsor te dice:
“No muestres emoción”.
“No pidas ayuda, sé tú quien asuma la responsabilidad”.
Tales afirmaciones dificultan ser vulnerable. Siguen siendo los hombres los que más a menudo reciben esta frase.

“¡Sé perfecto(a)!”
Este impulsor exige que lo hagas bien en todas partes, aunque seas principiante; no cometas errores y esfuérzate continuamente por autoperfeccionarte.

“¡Complace a todo el mundo!”
En todo, intenta satisfacer las necesidades de las y los demás antes que las tuyas. No muestres tu desagrado, evita los conflictos y sonríe aunque no te apetezca. Este patrón se sigue enseñando con más frecuencia a las mujeres.

“¡Date prisa!”
Este impulsor está presente cuando te presionas constantemente por cuestiones de tiempo. Hagas lo que hagas, sientes que debes hacerlo más rápido, lo que puede llevarte al pánico por no tener tiempo suficiente. Como resultado, en general te resulta difícil hacer las cosas de forma relajada.

“Esfuérzate”.
En lo que haces, te esfuerzas mucho; pones más énfasis en la impresión de esforzarte que en la de conseguir el resultado. Tiendes a correr mucho en círculos. Una afirmación típica es: “Cuando empiezo algo, lo acabo”.

¿Encuentras patrones de comportamiento familiares entre los impulsores?

Fuente:

Luthmann, Timo. Politisch aktiv sein und bleiben: Handbuch Nachhaltiger Aktivismus. UNRAST-VERLAG. Münster 2018. 3. Auflage. März 2021. Páginas 223 – 226

Traducido y adaptado por Rita Muckenhirn, 03.07.2023

Ejercicio: Reconocer tus impulsores

¿Perfeccionista o la persona favorita de todo el mundo?

Cuando experimentamos muy poca eficacia en lo que hacemos, nos estresamos. Si queremos conseguir demasiado, nos causamos estrés a nosotros(as) mismos(as). Podemos ponernos el listón demasiado alto o ser demasiado estrictos(as) con nosotros(as) mismos en general y seguir interpretando los éxitos evidentes (parciales) como fracasos.

A lo largo de nuestra vida, se hace necesario decir adiós a los impulsores internos para salir de las exigencias excesivas. Puesto que esos impulsores o creencias ya se han formado en el desarrollo de la primera infancia, por supuesto no nos libraremos de ellos en un abrir y cerrar de ojos. Pero un primer paso es tomar conciencia de su existencia y de su efecto para contrarrestarlos mejor.

– Como perfeccionista, estás en constante tensión porque, en realidad, lo “perfecto” casi no existe. Siempre quieres sacar más, optimizar, comprobar, corregir. En actividades que requieren precisión y cuidado, por ejemplo en un trabajo como microcirujano(a), este motor es sin duda una ventaja. En la mayoría de las actividades, sin embargo, no necesitas una ejecución al cien por cien. Así que deténgase a tiempo. No todos los detalles son necesarios. Quítese presión y tensión siendo un poco imperfecto.

– Si “complaces a las y los demás”, si te preocupas por las demás personas, seguro que eres popular, estás solicitado y te quieren. Haces el bien a las y los demás, pero ¿quién cuida de vos? “Ama a tu prójimo como a vos mismo(a)”. Este versículo bíblico recomienda un enfoque de “ambas cosas”. Es decir, debes considerar detenidamente a qué te comprometes. Sin duda te vendría bien decir no más a menudo y cuidar más de vos mismo(a).

Fuente:

Heller, Jutta (2013), Resilienz: 7 Schlüssel für mehr innere Stärke. Gräfe und Unzer Verlag GmbH. München. pp 75

Traducido por Rita Muckenhirn, 03.07.23