Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Optimismo (2) – Emociones y actitud

Controlar su propia actitud con las emociones

¿Cómo se reconoce a una persona pesimista o a una persona optimista cuando se le mira a la cara?

Correcto, por la expresión de su cara. Las emociones negativas tiran de los músculos hacia abajo, las positivas hacia arriba.

En el siguiente ejercicio, juega con diferentes emociones y percibe y siente qué partes de los músculos estás activando.

Ejercicio: Explorar y facilitar tus emociones

Cambia la boca según la emoción y observa cómo cambian los ojos, la postura de la cabeza y los hombros.

Anota tus observaciones

1: Enfurruñamiento o mal humor

2: Enojo

3: Tristeza

4: Alegría

5: Risa

Emociones y movimiento

Las emociones son señales corporales y, dependiendo de lo que sintamos, un movimiento (“motion”) forma parte de ellas: Juntamos los labios o las cejas, agrandamos los ojos levantando las cejas, abrimos la boca cuando nos reímos, adelantamos la barbilla o la acercamos al pecho, levantamos los hombros o los dejamos caer, enderezamos la parte superior del cuerpo o nos hundimos en nosotros(as) mismos(as).

Si escaneamos todo el cuerpo, nos daremos cuenta de que las emociones positivas tienden a asociarse con el ensanchamiento y la apertura. Nos volvemos más móviles, más flexibles.

Las emociones negativas, por el contrario, hacen que nos contraigamos o incluso nos hundamos, que nos tensemos o cerremos. Entonces hay demasiada o muy poca tensión en el cuerpo. ¿Cuál es tu patrón corporal típico?

Toma conciencia de tus emociones para reconocer cuáles predominan en vos.

Echa un vistazo a tu colección de fotos. ¿Cómo te ves en las fotos instantáneas? ¿En qué te fijas? O comprueba tu postura, tu expresión facial cuando caminas por tu casa y pasas por delante de un espejo. Puedes hacer lo mismo cuando estés sentado(a) frente a la computadora o el televisor. Si te notas más bien contraído(a) o desplomado(a), haz un cambio. Enderézate, inhala conscientemente y exhala con fuerza. Quizás¡ hasta consigas esbozar una pequeña sonrisa.

Emociones y equilibrio emocional

Las emociones negativas, como la ira, el miedo, la tristeza, la pena o la preocupación, no sólo tienen cualidades negativas, ya que pueden hacernos cautos, críticos y alertas. Nos enseñan a adoptar una actitud indagadora y a no confiar ciegamente. También nos ayudan a centrar nuestra atención en situaciones críticas, de modo que todos nuestros sentidos estén en alerta y toda nuestra energía disponible. Nuestros programas de supervivencia funcionan según este patrón. El miedo ya garantizaba la supervivencia de nuestros antepasados, ya que la liberación de hormonas del estrés siempre nos ha puesto en una posición física relámpago para huir, luchar, escondernos o hacernos los muertos. En cambio, las emociones positivas como la alegría, la sorpresa, la curiosidad, el interés o la jovialidad favorecen nuestro bienestar y nuestros logros personales, profesionales y de activismo social y político.

Las personas que se encuentran con sus semejantes de buen humor, que van al trabajo con sentimientos positivos, que entran a una reunión de nuestro grupo de activismo con actitud positiva consiguen más cosas y están más relajadas. Los buenos sentimientos son verdaderas fuentes de fuerza y pueden ayudar a las personas a sobrevivir incluso en las situaciones más difíciles de la vida.

Una pequeña chispa de esperanza puede marcar una diferencia increíble.

Así lo confirman, por ejemplo, los informes de personas que sobrevivieron a los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Las imágenes interiores pueden evocar sentimientos positivos: “¡Quiero volver a pasear por esta calle de Budapest!”.

Del mismo modo, las percepciones del entorno pueden valorarse positivamente. El poeta Tucholsky describió esto como sus momentos de felicidad: oír el canto de los pájaros, leer el periódico por la mañana, tener delante esa taza de café caliente.

  • ¿Cuáles son tus momentos de felicidad?
  • ¿Cómo vive las estaciones? ¿Te quejas del frío o del calor?
  • ¿Cómo vives la primavera?

Asegúrate de poder disfrutar sobre todo de muchas pequeñas cosas.

La teoría de ampliar y construir (Broaden- and Build-Theory)

Esta teoría de la psicóloga Barbara Frederickson demuestra que ampliamos nuestro abanico de pensamientos y acciones con emociones positivas. Esto encaja con la sensación corporal asociada de amplitud y flexibilidad. Desarrollamos más resistencia, rendimiento y energía. Nos volvemos más creativos(as) y podemos afrontar el estrés con más facilidad. Incluso puede que en algunos momentos tengamos la sensación de que podríamos “hacer saltar el mundo por los aires”.

El equilibrio emocional positivo

Todos solemos experimentar más sentimientos positivos que negativos. Sin embargo, estos últimos se perciben con mayor intensidad. Por lo tanto, no basta con tener el mismo número de emociones positivas y negativas para tener un equilibrio emocional positivo.

Frederickson incluso recomienda que para una vida plena deberíamos alcanzar un cociente de emociones positivas de 3 a 1. La media de todas las personas que ha analizado hasta ahora está en un cociente de emociones positivas de 2 a 1. Así que queda mucho por hacer. Supuestamente, nuestros genes también determinan el cociente emocional positivo. Sin embargo, estoy convencida de que no es fijo para siempre cómo evalúas tus experiencias previas y cómo actúas en consecuencia. Es posible cambiar hacia una mayor felicidad. Hay tres maneras de hacerlo: puedes reducir tus sentimientos negativos, puedes reforzar tus sentimientos positivos o puedes abordar ambos. Como los sentimientos positivos se procesan en otras regiones cerebrales que los negativos, la doble estrategia de reforzar y reducir es especialmente eficaz.

Percibir la propia diversidad de sentimientos

Haz la siguiente auto evaluación para identificar tu propio cociente emocional: