Una actitud es lo que alguien piensa o siente sobre algo. Mezcla de elementos cognitivos y emocionales, la actitud define la predisposición de las personas a responder positiva o negativamente ante una idea, una situación o un cambio sugerido. Es uno de los factores clave que impulsan la elección de una acción por parte de un individuo y, probablemente, el factor más crucial que influye en el cambio de comportamiento entre los elementos psicológicos.
Los antecedentes socioeconómicos, la religión y otras características individuales son importantes impulsores de una actitud. Al medir la actitud durante las encuestas, las preguntas “demográficas” ayudarán a cruzar estas características de las personas encuestadas y permitirán comprender mejor su influencia. (Petit, 2019)
El siguiente gráfico muestra todos los elementos que determinen la actitud de una persona ante una decisión, una acción y por ende un cambio de comportamiento.
Lo que percibimos como bueno, correcto o aceptable, incluidas nuestras convicciones internas de lo correcto y lo incorrecto, y de lo que exige la buena conciencia. Estos principios son fuertes impulsores de los comportamientos estándar. Los valores individuales están directamente influidos por las normas morales, y pueden ser liberales o conservadores.
Algunos valores poderosos son el honor individual y colectivo, el cuidado de la familia, la lealtad, la autoridad y el respeto, la santidad y la pureza, y la libertad.
Objetivos y sueños personales, visión de futuro de uno mismo y esperanzas y ambiciones de conseguir cosas. Por ejemplo, aspirar a ser el mejor padre posible, ser una mujer independiente, ser un estudiante de éxito, etc. Refleja lo que alguien desea realmente en la vida.
Estos conceptos son interdependientes pero no intercambiables. La conciencia es el conocimiento de un hecho (por ejemplo, ser consciente de que la disciplina violenta tiene consecuencias negativas y saber que existen alternativas a ella), mientras que el conocimiento está asociado a una comprensión más profunda de esta información (por ejemplo, entender las razones por las que la disciplina violenta es perjudicial y ser capaz de explicar alternativas a ella). Es importante tener en cuenta que las personas tienden a ignorar la información “negativa” relacionada con lo que están haciendo, y a veces pueden favorecer las “pruebas” previas que reafirman sus acciones. La percepción es muy selectiva.
Convicciones de lo que es verdad. Existen múltiples tipos de creencias que influyen en las actitudes, siendo las principales:
Las creencias son individuales, pero están muy influidas por los demás. La probabilidad de que una persona adopte una creencia aumenta con el número de personas que ya la tienen.
Los investigadores han demostrado que las experiencias pasadas ayudan a tomar decisiones complejas. Los recuerdos de experiencias pasadas, como el fracaso y la frustración ante un comportamiento, o las experiencias negativas, como el mal trato de un proveedor de servicios, configurarán nuestra actitud a la hora de probar cosas nuevas. A un nivel más profundo, las experiencias vividas de niño también impulsan los comportamientos de los adultos, incluidos los negativos, violentos o abusivos.
Este concepto de réplica es primordial en la mayoría de las escuelas de pensamiento psicológico. Existen numerosas pruebas de la relación entre la perpetuación de múltiples formas de violencia en la edad adulta y el hecho de haber experimentado y/o presenciado violencia, incluida la violencia doméstica, en la infancia.
Sentimientos instintivos respecto a una situación o idea, a menudo formados a partir de experiencias pasadas. Las intuiciones son procesos emocionales rápidos e inconscientes que contribuyen a actitudes o decisiones inmediatas que no se basan en el razonamiento. En otras palabras, nuestro cerebro puede haber decidido ya qué hacer en una situación antes de analizar las opciones. Las intuiciones son uno de los elementos del pensamiento automático.
Las leyes y normas se dirigen a nuestro cerebro racional, mientras que muchas decisiones se toman intuitivamente. Las corazonadas impulsan muchas de nuestras acciones y a menudo nos basamos más en suposiciones que en hechos.
Del mismo modo, las emociones se generan de forma subconsciente y están diseñadas para valorar y resumir una experiencia e informar la acción. Es un proceso de sentimientos en el que confluyen reacciones cognitivas, fisiológicas y conductuales para responder a un estímulo. Muchas decisiones se basan en nuestras respuestas emocionales, que pueden constituir un obstáculo para el pensamiento racional. Las fobias y aversiones, por ejemplo, son mecanismos importantes en la vida cotidiana. Otro ejemplo del poder de las emociones es que una información exactamente similar desencadenará actitudes diferentes si se presenta de forma positiva o negativa.
La forma de pensar de una persona, una actitud por defecto para abordar diversas situaciones que crean una predisposición a adoptar o rechazar determinados comportamientos, como una mentalidad innovadora, una mentalidad conservadora, una mentalidad de aprendizaje y crecimiento, etc.
Fuente:
Petit, V. (2019). El modelo de impulsores del comportamiento: Un marco conceptual para la programación del cambio social y de comportamiento. UNICEF. P. 32 – 33