Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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El modelo Rubicón

Dar forma a tu propia vida con autoeficacia

Con un poco de suerte, después de los ejercicios anteriores ya estás más convencido(a) de que podrías conseguir hacer los cambios necesarios. Pero quizá aún te falte un poco de motivación. A un buen amigo mío le gusta citar a Erich Kästner de forma un poco desviada: “No hay ningún bien a menos que YO lo haga”. Entonces, ¿qué necesitas para tomar las riendas de tu vida y hacer que funcione? ¿Qué te motiva, qué te entusiasma? ¿Qué idea te atrae tanto como para decidirte a hacerla realidad?

El modelo Rubicón

“Por fin debería volver a adelgazar, hacer más deporte, recargar las pilas con regularidad, seguir entrenando, volver a ir a un concierto…”. No cambiarás mucho con “debería” o “debería volver a hacerlo”. En algún momento tienes que decidir poner en práctica tu plan, como Julio César, que decidió cruzar el río Rubicón y luego dijo: “La suerte está echada”. En ese momento no tenía ni idea de si la invasión tendría éxito o estaría condenada al fracaso.

Sin embargo, tras cruzar el río fronterizo, ya no había vuelta atrás.

La psicología ha derivado el modelo del Rubicón a partir de este acontecimiento histórico.
Tras cruzar el Rubicón, se ha tomado la decisión sobre una posible línea de acción; entonces (teóricamente) ya no es posible volver atrás.

El modelo del Rubicón distingue las cuatro fases siguientes.

La fase de sopesar

En esta fase, una persona busca información para decidir si quiere alcanzar un objetivo y cuál. Al final de esta fase, se toma una decisión a favor de una variante.

La fase de planificación

Aquí la atención se centra más en la información necesaria para la implementación, ya que ahora se trata de cómo podemos alcanzar el objetivo.

Un pequeño ejemplo de la práctica del coaching ilustra estas fases:

Una consultante de unos 30 años estaba insatisfecha con su situación profesional. Llevaba unos años trabajando como asistente de dirección para su padre. Sin embargo, su gran pasión era la equitación. Coqueteaba con la idea de empezar de cero y hacer del trabajo terapéutico con caballos su profesión. Sin embargo, no tenía una idea concreta de cómo podía lograrse ese objetivo, qué requisitos previos eran necesarios, cuáles eran las posibilidades de ingresos, etcétera. Una vez reunida toda la información, pudo tomar la decisión consciente de renunciar a su nueva aspiración profesional y desarrollarla como afición. Se había dado cuenta de las consecuencias y las restricciones que habría supuesto para ella un nuevo comienzo. Sobre esta base, pudo hablar con su padre con buen ánimo sobre su deseo de cambio y solicitar tranquilamente un empleo fuera de la empresa familiar. Se quedó en el antiguo sector, pero buscó un nuevo reto: un compromiso adecuado para ella.

La fase de evaluación

Esta fase suele tener lugar casi paralelamente a la fase de acción.
Se evalúa si la acción ha sido un éxito o no, si es necesario introducir mejoras o si hay que cambiar el objetivo actual. Volviendo a mi ejemplo: Utilizando las tarjetas de la columna, podría evaluar fácilmente si mis acciones fueron un éxito o un fracaso, en relación con mi objetivo de correr distancias cada vez más largas tres veces por semana. De este modo, podría haber cambiado mi estrategia o mi objetivo sobre la marcha si hubiera sido necesario.

Sopesar, planificar, actuar y evaluar: puedes utilizar estos cuatro pasos para muchos proyectos. Decide: ¿Qué quieres abordar y desarrollar para vos mismo(a)? Así es como empiezas a responsabilizarte de vos mismo(a). Y esa es la siguiente clave.

Fuente:

Heller, Jutta (2013), Resilienz: 7 Schlüssel für mehr innere Stärke. Gräfe und Unzer Verlag GmbH. München. pp 92-95

Traducido por Rita Muckenhirn, 04.07.23