Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Perdonar y soltar

Confianza y perdón

El perdón no tiene nada que ver con el olvido. Al contrario, recordar y decir la verdad es una parte esencial del perdón, al igual que reparar el daño.

La acusación de haber actuado mal, de haber cometido una injusticia es previa al perdón. Sólo cuando este proceso ha tenido lugar existe una base sobre la que el perdón puede tener lugar de manera significativa.

Un ejemplo de ello es la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (TRC en inglés), un organismo sudafricano que investiga los crímenes cometidos por motivos políticos durante la época del apartheid.

Según Desmond Tutu, en el ciclo del perdón, la primera fase de contar la historia y la segunda de nombrar la violación preceden al perdón (tercera fase).

El perdón en este caso es el aspecto de la aceptación radical, el reconocimiento de la humanidad del otro.

El perdón puede ser liberador. No sólo para nuestra contraparte, sino también para nosotros(as) mismos. A menudo subestimamos cómo los sentimientos de venganza y odio pueden consumirnos y carcomernos.

Para Eva Kor, que como judía sufrió los experimentos gemelos del Dr. Mengele en Auschwitz y el Holocausto, el perdón no es en el fondo más que un acto de autosanación y ” autoempoderamiento “. “He perdonado a los nazis no porque se lo merezcan, sino porque yo me lo merezco”.

No se trata de una paz barata, sino que el perdón requiere mucho valor y confianza en la vida y, al mismo tiempo, exige una dedicación consciente a la justicia reparadora.

Se trata de aprender a desenvolverse y a cambiar las circunstancias desde una perspectiva psicológica de desarrollo. En este sentido, la confianza conduce al perdón y es un aspecto de la aceptación radical.

Fuente:

Luthmann, Timo. 2021. Politisch Aktiv Sein und Bleiben. Handbuch Nachhaltiger Aktivismus. Unrast Verlag. Münster. S. 275-276

Dejar ir lo que (ya no) me pertenece

Con la primera clave de resiliencia, ya has empezado a practicar la aceptación, porque de todos modos no podemos deshacer las cosas que ya han pasado. Sin embargo, a menudo arrastramos algún tipo de carga, herencia o legado. Esto pasa especialmente en las relaciones interpersonales, ya se trate de vecinos, colegas, familiares o ex parejas.

Por eso, no es adecuada una visión en blanco y negro de víctimas y victimarios.

Todo el mundo ha vivido rupturas. Y casi siempre surgen heridas durante esas fases. Con el corazón herido recordamos el tiempo que pasamos juntos, reproches mutuos y, sobre todo, verdades subjetivas se toman su espacio y se instalan. Definitivamente, deberías limpiar estas viejas cargas de malos recuerdos y dolor. Lo que no sueltas sigue teniendo poder sobre vos y puede afectarte una y otra vez. Soltar se consigue apreciando y perdonando.

Limpiar los recuerdos dolorosos

Para limpiar esas experiencias y heridas, el coaching suele trabajar con la imagen de un puente en el que se encuentran las dos personas implicadas.

La imagen del puente representa una conexión entre diferentes lados, un lugar donde dos personas que estaban conectadas pueden encontrarse, pero ahora cada persona se acerca desde un lado diferente y también se separan de nuevo en diferentes direcciones.

El primer paso en este ejercicio mental es tomar conciencia de todo lo positivo que has vivido y aprendido en la relación y dar gracias por ello.

El segundo paso tiene que ver con las heridas, la ira y las decepciones. Una vez que has tomado conciencia de tu propio comportamiento y del de la otra persona, es más fácil entender por qué la otra persona actuó como lo hizo.

El tercer paso es perdonar a la otra persona y también a uno mismo / una misma por su parte de responsabilidad en lo sucedido. Esto no significa que tenga que aprobar lo ocurrido. Simplemente significa que ya no exijo que la otra persona haga algo diferente, que ya no le acuso de su comportamiento y que también me reconcilio conmigo mismo(a).

Perdonar cuesta mucha fuerza y fortaleza, pero cuesta al menos la misma fuerza permanecer en el papel de víctima y resentirse con el destino.

Este ejercicio puede ayudar a comprender a la otra persona en su mundo y posiblemente también en su angustia. Si no dejamos ir, las emociones perduran. Dejar ir es la condición para que algo nuevo sea posible, para que volvamos a responsabilizarnos de nuestra propia vida y podamos abrirnos a nuevas experiencias.

Recomendación:

Si es la primera vez que haces este ejercicio, empieza más bien con un caso que te haya causado heridas menos graves. Aprender a perdonar es un proceso de aprendizaje.

Ejercicio: Perdonar y dejar ir

Usar rituales

Otra herramienta para dejar ir son los rituales.

Igual que en algunas regiones se quema el invierno en forma de un hombre hecho de paja, puedes quemar simplemente las cosas que quieres dejar ir, que quieres soltar.

Un trozo de papel en el que escribas tu frase es adecuado para ello (véase el ejercicio anterior “Perdonar y soltar”): “Te perdono que…”.

Confiar algo a un río es también un antiguo ritual que se practica en Asia en diversos festivales. Entonces flotan en los ríos miles de pequeñas linternas encendidas, que se supone que traen nueva suerte.

En el momento en que se quemen o se alejen flotando, recuérdate brevemente la experiencia y luego déjate llevar.

Revisa también tu casa y tu oficina. ¿Qué le recuerda todavía a sus “viejas cargas”?

Limpia, reorganiza, retira fotos u otros recuerdos. Limpia tu entorno.

Para cada ritual:

  • Dedícale tiempo, vuelve a ser consciente de tu intención (agradecer, perdonar, despedirte, soltar/limpiar).
  • Realiza tu ritual con concentración.
  • A continuación, suelta el pasado y céntrate en el presente.

Te sorprenderá cómo la energía que has acumulado hasta ahora te fortalecerá y alimentará de nuevo.

Perdonar y soltar no es fácil y requiere mucha fuerza.

Para algunas experiencias, los ejercicios presentados tampoco son suficientes. En caso de duda, busca apoyo terapéutico. Verás que merece la pena.