Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Aceptación (2) – Fases del proceso de cambio

Fases del proceso de cambio

Las fases psicológicas del cambio son muy similares al proceso mental y emocional de preparación de un viaje de vacaciones.

Cada una es importante en sí misma y debemos vivirlas conscientemente. Así nos resultará mucho más fácil afrontar el cambio.

La fase de preparación

En esta fase ya tienes una idea de lo que debería ser diferente, de lo que quieres hacer diferente.

Empiezas a evaluar y a elegir. Decides qué quieres dejar atrás y qué quieres llevarte contigo. Hay que conservar a toda costa algo típico de esta época que despierte en ti sentimientos positivos. Como estás diciendo adiós al viejo contexto familiar, a los viejos patrones de comportamiento, compañeros(as)…. es importante que en este proceso aprecies conscientemente lo viejo.

Te perteneció. Puede que te haya moldeado. Probablemente te fue útil durante mucho tiempo. Puedes estar agradecido(as) por ello. Es posible que no puedas permitir este sentimiento de inmediato, que prevalezcan la ira y el resentimiento y que te alegres de dejar atrás lo viejo. Sin embargo, algo que te pertenecía está siendo cortado. Esto es una despedida, y normalmente también significa tristeza y dolor. Cuanto más te comprometas activamente a valorar y despedirte de lo viejo, más fácil te resultará empezar de nuevo.

Piénsalo: ¿cómo puedes utilizar un ritual para establecer un punto final?

Hay ejemplos de diferentes culturas: escribir algo y quemarlo o dejarlo flotar en un río, encender velas, limpiar la casa, ahumar el apartamento…

La fase de transición

En esta fase a menudo experimentamos un retroceso. Hace un momento todo estaba relativamente claro, al menos sabíamos lo que ya no queríamos, pero ahora de repente volvemos a estar indecisos: “¿No debería quedarse todo como estaba? En realidad no está tan mal. Hasta ahora ha funcionado razonablemente bien…”.

Surgen preguntas e incertidumbres: “¿Cómo será lo nuevo? ¿Qué riesgos debo esperar?

¿Qué dirá mi pareja/mejor amigo/familia?”.

En esta etapa examinas consciente e inconscientemente qué ganarás con el cambio y cuál será el precio. Es una etapa difícil porque sólo puedes imaginar el futuro. No tienes ninguna garantía de cómo resultará.

Esta incertidumbre suele ser la causa de la confusión emocional. Rara vez una situación está tan clara que puedas decir: “Pase lo que pase, sólo puede ir a mejor”.

Sin embargo, en algún momento tienes que decidirte a dar el siguiente paso. Es entonces como encontrarse en una bifurcación: ¿derecha o izquierda? No importa qué camino tomes, nunca sabrás cómo habría ido el otro. Elegir ambos caminos al mismo tiempo requeriría un acto de equilibrio demasiado grande y probablemente no funcionaría durante mucho tiempo.

Date tiempo suficiente para esta fase de transición.

Tal vez te ayude la estrategia de la langosta: para crecer, tiene que deshacerse de su viejo caparazón. Para ello, busca una cueva protectora y espera unos días hasta que el caparazón quitinoso que ha vuelto a crecer se endurezca. Presta atención a tus dudas y objeciones internas, no lo tires todo por la borda. Puede que algunas cosas tengan que madurar primero. Cuanto más clara sea tu decisión, más energía tendrás para lo nuevo.

La fase del nuevo comienzo

En esta fase puedes sentirte inseguro(a) o encontrarla excitante y emocionante. Ahora necesitas curiosidad y optimismo, concentración y resistencia para afianzarte en el nuevo territorio, para implicarte de verdad. Si realmente has dicho adiós al viejo estado y te has decidido claramente por lo nuevo, recorrerás con éxito el nuevo camino.

Si de vez en cuando sientes melancolía al recordar, puedes ponerte sentimental. Sin embargo, si lo viejo sigue llamando la atención como una herida que revienta, deberías volver a examinar detenidamente cuál es la causa. A continuación, hay que trabajar los problemas y las emociones para que las heridas cicatricen. A veces, las viejas creencias aún perduran. Míralas más de cerca para poder soltarlas y empezar algo nuevo. Utiliza tu energía en el ahora.

Auto chequeo: Mis cambios de vida

Para la siguiente autoevaluación, vuelve a tomar tu cuaderno y evalúa críticamente tus sentimientos acerca de los cambios importantes en tu vida.

Ejercicio de fortalecimiento: Gestionando el estado

Es habitual decir a las personas que no se encuentran bien: “¡Anímate! ¡Levanta la cabeza!”.

Las personas que no se sienten bien suelen mantener la cabeza gacha, tener los hombros caídos o estar completamente desplomadas. Un ganador en el podio no estaría así, sino con la cabeza alta, erguido, posiblemente con los brazos levantados y la mirada radiante.

Curiosamente, existe una conexión entre el sentimiento interior y la apariencia exterior. Si sigues la invitación “¡Anímate! ¡Levanta la cabeza!”, tu sentimiento negativo interior se debilitará o incluso se disolverá.

También puedes intentar -preferiblemente de inmediato- mantener una gran sonrisa en la cara durante al menos un minuto y pensar al mismo tiempo en tu mayor problema… En realidad no puedes hacer las dos cosas a la vez, ¿verdad?

O te limitas a sonreír, lo cual es bastante agotador, o le das más espacio al problema asociado al sentimiento negativo. Básicamente, la PNL distingue entre tres “estados”:

  1. Estado de atasco o estado de problema

2.

Estado separador o estado para la interrupción del patrón

3.

Estado de recursos o estado lleno de energía

Cambiar el estado interior paso a paso

Aunque al principio te suene extraño: partimos de la base de que tú mismo(a) puedes elegir tu estado interior, tus sentimientos.

Lo que ayuda es la técnica “como si”. Todos(a) la utilizamos intensamente en nuestra infancia cuando jugábamos. Fingíamos ser vaqueros, ladrones o princesas. Bastaba con un pequeño utensilio como un sombrero, una pistola o una coronita y nos quedábamos completamente absortos en nuestro papel.

La forma exterior influye en nuestra forma interior: Por ejemplo, sabemos exactamente cómo caminar como un vaquero, qué frases cool son buenas para este papel, y con el comportamiento adecuado nos sentimos rápidamente como el mayor héroe del oeste.

Lo mismo ocurre cuando, por ejemplo, nos convertimos en una princesa con un discurso rebuscado y una sonrisa “condescendiente”. De adultos, sin embargo, muchas personas necesitan un marco para ello, por ejemplo el carnaval, o se convierten en miembros de clubes especiales.

El estado de atasco

Probablemente ya tengas una idea de lo que se siente en el Estado Atasco: atascado, rígido, sin margen de maniobra. Por eso también se le llama Estado-problema. Imagina que estás sentado(a) en tu escritorio y quieres escribir alguna carta aburrida o incómoda. Cuanto más le das vueltas, cuanto más profundizas en el tema, más pierdes la visión de conjunto: estás atrapado(a) en el problema. Esto también tiene un efecto físico, ya que te sientes rígido(a), tenso(a) y como si estuvieras bloqueado(a).

El estado separador

Este estado permite reenfocar la atención. Ayuda a crear una interrupción, una distracción, una pausa en el pensamiento, por ejemplo preguntando ahora: “¿Qué hora es?”. “¿Qué comí anoche?” “¿Cuándo fue la última vez que fui al cine?”. Se trata de cambiar de tema. Pero pensar en otra cosa no suele bastar para recuperar los sentimientos positivos.

Nuestro cuerpo es especialmente bueno para aliviar el estrés mediante el ejercicio.

A veces ayuda respirar un poco o levantarse de la silla para volver a fluir. Si estás enojado(a), dar un portazo es un buen desahogo.

Prueba lo siguiente:

  • Salta y rebota en tu sitio.
  • Sacúdete de verdad. Utiliza las piernas y los brazos para sacudirte de encima lo que te molesta, te perturba o te pesa.
  • También puedes hacer el “jumping jack”: salta a horcajadas, abre los brazos hacia los lados, vuelve a juntar las piernas y aplaude por encima de la cabeza. Seguro que estarás de mejor humor o incluso de buen humor.
  • Reírte de vos mismo(a) te fortalecerá por dentro.
  • Cada vez que te quedes bloqueado(a) o atascado(a): salí a correr o a caminar.
  • Camina con la cabeza erguida, percibe conscientemente lo que ves y comenta interiormente tu percepción con la mayor precisión posible: “Veo el árbol grande y hermoso y el prado de flores de colores. Oigo el alegre piar de los pájaros. Siento el ligero viento y el cálido sol sobre mi piel”.

Comprobarás que ya no puedes aferrarte así a tus problemas y que cada vez te sientes mejor. ¡Pruébalo!

El estado de recursos

Este estado te ayuda a ganar fuerza y energía. Seguro que has vivido momentos en tu vida en los que todo iba bien y estabas de muy buen humor. Si recuerdas una u otra situación, puede que empieces a sonreír. Es posible que casi sientas el sol en la piel, que oigas por dentro la música que tanto te gustaba en ese momento, que bailabas, e incluso que empieces a tararear suavemente esa melodía para vos mismo(a)…

Puedes despertar conscientemente esos recuerdos con todas las impresiones sensoriales, incluso en un triste y oscuro día de invierno. Puedes apoyarte desde tu exterior encendiendo una vela o una lámpara aromática, poniendo música que te dé fuerza, regalándote flores, poniéndote algo bonito…. Estos cambios externos también repercuten en tu interior, de modo que te resulte más fácil cambiar tu estado a uno positivo.

Básicamente, es útil saber que puedes pasar de cualquier estado de problema atascado al estado de recurso a través del estado separador. Puedes decidir qué estado quieres tener. Con la técnica de PNL del anclaje y un “momento de excelencia” puedes establecer específicamente un contrapunto cuando los retos de tu vida empiecen a arrastrarte. Disfruta de estos tiempos muertos emocionales como de unas “pequeñas vacaciones” para recargar las pilas.

Ejercicio: Momento de Excelencia