Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Optimismo (1) – Pensamientos y sentimientos

En caso de dificultades, básicamente puedes decidir por vos mismo(a) si quieres fijarte más en los aspectos positivos o en los negativos. Si consigues notar pequeños momentos de felicidad incluso en los mayores desastres, afrontarás mucho mejor las adversidades de la vida.

Comenzaremos a trabajar en el segundo factor clave de la resiliencia personal, el optimismo.

No te preocupés, sé feliz

Como quedó claro en el trabajo sobre el factor clave de la aceptación, de nada sirve que hurguemos en el pasado y nos dejemos arrastrar por cosas que ya no se pueden cambiar. Del mismo modo, tampoco sirve de nada resistirse a cosas actuales sobre las que no podemos hacer nada activamente.

Pero otra clave importante para una mayor felicidad, además de la aceptación, es una actitud positiva ante la vida. No llegamos a ninguna parte en la vida criticando, mirando el lado oscuro o haciendo política de avestruz. Entonces perdemos energía y alegría. Un pesimista típico dice: “¡Tenía que pasar!”. Un optimista (como el futbolista alemán Franz Beckenbauer con su acento del sur de Alemania) dice en cambio: “Vamos a ver. Siempre hay un poco que funciona”.

La actitud correcta

Con una actitud así, te conviertes en una persona buscadora de oportunidades. Aunque las cosas puedan parecer bastante sombrías a tu alrededor en este momento, con optimismo confías en que hay luz al final del túnel. Sin embargo, las personas optimistas no se sientan a esperar a que las cosas mejoren.

Están dispuestas a ponerse en marcha e intentar algo en el proceso. Se les puede comparar con un niño o una niña que aprende a andar. Aunque se caiga, vuelve a levantarse e intenta dar los siguientes pasos.

Otro punto decisivo es la creencia en uno mismo / una misma y en las propias fuerzas. Pero, ¿cómo conseguir una actitud optimista ante la vida y ante nosotros(as) mismos(as)?

Prestar atención a los sentimientos y pensamientos

Un primer paso es prestar más atención a nuestros sentimientos: “Don’t worry, be happy” (No te preocupés, sé feliz), canta Bobby McFerrin en su canción, que seguro que todo el mundo conoce. Cada vez que escucho esta canción, se me levanta el ánimo. Siento una agradable ligereza en el ritmo caribeño y casi puedo sentir los rayos del sol. Hay una actitud ante la vida en esta canción. El cantante lo resume así: “En todas las vidas tenemos algún problema, pero cuando te preocupas lo duplicas: No te preocupes, sé feliz”.

Así que se trata de no dejarnos atrapar por nuestras emociones negativas cuando nos enfrentamos a circunstancias adversas y situaciones difíciles en la vida, que siempre ocurrirán de vez en cuando, porque esto las hará aún más fuertes. Es mucho mejor dejar de preocuparse y ser feliz, tomarse la vida con calma.

Sin embargo, tomarse la vida con calma no significa tomársela a la ligera. Tampoco hay que ser frívolo. No todo es “tomarse la vida con calma”. Sin embargo, es diferente ir por la vida con emociones principalmente negativas o principalmente positivas.

El poder de nuestros pensamientos

Si te controlas internamente con frases como “Asegúrate de que esto o aquello no ocurra” o te sugieres a vos mismo(a) “¡Esto tiene que salir mal!”, entonces te estás sometiendo a presión y estrés.

Supongamos que tienes que dar un discurso corto en el que no quieres cometer ningún error. En una situación así, actúas automáticamente como si tuvieras puesto el freno de mano porque estás concentrando tu energía tanto en un objetivo (“buen discurso”) como en algo que quieres evitar (“no cometer un error”). Si te confundes, tu cuerpo se inundará de emociones negativas. Y entonces ya nada funcionará…

Con una formulación de objetivo expresada negativamente como “no te dejes llevar”, se produce otro efecto: nuestro cerebro no percibe el “no” en absoluto, simplemente se forma una imagen de “dejarse llevar” en un instante, y en este caso esas imágenes internas tienden a querer realizarse.

Usted mismo puede comprobar fácilmente que este mecanismo se produce casi siempre: ¡Por favor, bajo ningún concepto piense ahora en un pastel de chocolate…!

¿Podrías NO pensar en un pastel? Cuando pienso en un pastel, inmediatamente tengo una idea. Lo veo delante de mí, casi lo huelo y automáticamente empiezo a saborearlo. Esto es exactamente lo que ocurre cuando te propones: “No quiero cometer errores”. Tu inconsciente te sugerirá “errores” y, al mismo tiempo, tu sistema de alerta interior se pondrá en modo de guardia y te sentirás presionado(a).

Las personas optimistas viven más

Si algunas personas sólo perciben lo malo, lo que no funciona, se arrastran emocionalmente hacia abajo. Inconscientemente se comportan en el sentido de una profecía autocumplida, de modo que sus expectativas negativas se confirman constantemente y ya no pueden salir de la espiral emocional descendente. Al menos sería beneficioso para el propio estado de ánimo buscar excepciones en las que las cosas hayan sido diferentes o mejores. En todo esto, se trata sobre todo de su salud. Según estudios del psicólogo estadounidense Martin Seligmann, las y los optimistas son más sanos y viven más que las personas pesimistas. La receta para ello es: ¡desarrolla más emociones positivas! Piensa de forma más positiva.

Fuente:

Heller, Jutta. 2013. Gräfe und Unzer Verlag GmbH. München. S. 44 – 47

Traducido y adaptado por Rita Muckenhirn. Junio 2023