Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Utilizar la tensión y la relajación como recurso

La autoeficacia se desarrolla muy pronto en nuestra infancia. Dependiendo de cómo experimentemos los logros y los fracasos, está más o menos desarrollada. La buena noticia es que puede modificarse y aumentarse a lo largo de la vida.

Si durante la autoevaluación acabas de darte cuenta de que tu confianza en tus capacidades y competencias no es muy alta, un primer paso importante para conseguir más autoeficacia es entrar en contacto contigo mismo(a) y con tu cuerpo, percibir tus propias necesidades y empezar a vivirlas.

Si corremos demasiado en la rueda del hámster, quizá surja a corto plazo el deseo de una relajación completa y perpetua. Pero sin altibajos, ¿dónde está la sensación de vitalidad? Nuestro cuerpo también funciona sólo a través de varios ritmos y juegos: inhalar y exhalar, estar despierto y dormido, moverse y descansar….

  • Cuando estamos activos, nuestros músculos se tensan.
  • Cuando alcanzamos nuestro objetivo, vuelven a relajarse.

Sin embargo, los músculos también se activan en relación con nuestros sentimientos.

Info: Una buena sensación corporal protege contra el sobreesfuerzo
Ya en la antigüedad, el poeta romano Juvenal afirmaba que una mente sana reside en un cuerpo sano.
Las personas que se sienten autosuficientes creen que pueden alcanzar sus objetivos con su propio esfuerzo.
Sin embargo, quienes se esfuerzan también deben ser capaces de volver a relajarse.
Para mantenerse sano, es importante asegurarse de que tenemos suficiente tiempo para la regeneración en nuestras vidas.
Pero, por desgracia, muchas personas parecen haberlo olvidado, como se deduce del aumento significativo de las enfermedades relacionadas con el agotamiento.

Sentimientos negativos y estrés constante

Los sentimientos difíciles como la ira, el resentimiento, el miedo y la tristeza también provocan tensión en el cuerpo. Cuando estamos en crisis y, por tanto, sometidos a estrés durante un periodo de tiempo prolongado, éste suele ir acompañado de una mezcla de sentimientos de miedo e ira.

En este caso, tanto el objetivo como la posibilidad de relajación asociada quedan muy lejos. Nuestro cuerpo permanece en tensión permanente, por lo que el dolor que sentimos en la cabeza, el cuello o la espalda tarde o temprano se vuelve crónico en lugar de temporal. Esto puede aumentar aún más con problemas cardíacos, hipertensión, trastornos del sueño, tinnitus e incluso el colapso físico en forma de agotamiento o burnout.

¿Por qué estás tenso(a)?

Hay muchas formas de reducir la tensión en esas fases de estrés permanente. Lo que probablemente no funcione es que lo dejes todo como está y adicionalmente a lo que ya haces asistas a una clase de yoga o zumba una vez a la semana.

Por lo tanto, tu primer paso debería ser analizar qué estrategias utilizas para ponerte tenso(a). Cada persona tiene unos impulsores internos con los que se pone bajo presión.

Basándonos en experiencias pasadas, creemos que tenemos que comportarnos de una determinada manera porque, de lo contrario, no somos lo suficientemente buenos, perdemos reconocimiento, dejamos de gustar…..

Por un lado, esto nos lleva a menudo a tener muy poca confianza en nosotros(as) mismos y a rehuir una tarea que sin duda podríamos realizar con maestría. Y, por otro lado, siempre tenemos que hacer un esfuerzo terrible en todo lo que hacemos para pasar el examen de nuestros severos ojos.

Fuente:

Heller, Jutta (2013), Resilienz: 7 Schlüssel für mehr innere Stärke. Gräfe und Unzer Verlag GmbH. München. pp 70 – 72

Traducido por Rita Muckenhirn, 03.07.23