Módulo 4: Diseñar caminos hacia la paz
Módulo 5.1. Intervenciones para la Resiliencia
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Optimismo (5) – Conectar anclas

Ejercicio para el fortalecimiento propio: Encadenar anclajes

Las personas optimistas consideran que las causas de los acontecimientos desagradables en los que se ven envueltas son temporales y transitorias. Consideran que los fracasos que tienen que aceptar en un área determinada son independientes de otras áreas de su vida.

Las personas optimistas tienden a buscar las razones de los fracasos y las dificultades en otras personas o circunstancias y tienen un fuerte sentido de la autoestima. En pocas palabras: las y los optimistas dicen “¡soy bueno(a)!” cuando tienen éxito, y “esta vez he tenido mala suerte” cuando fracasan.

En consecuencia, tienen la vida bajo control, mientras que las personas pesimistas tienden a esperar que la suerte les acompañe, sienten que están bajo el control de otra persona y se atribuyen poca influencia a sí mismas.

Es normal sentirse triste o nervioso(a) y ansioso(a). No siempre todo sale bien en la vida, pero básicamente hay que intentar sacar lo mejor de cada situación para llevar una vida más feliz.

Construir un puente

¿Cómo se pasa de la isla de las lágrimas al país de la risa? Suponiendo que haya un mar con tiburones y otros animales peligrosos en medio, desde la isla de las lágrimas el destino parece completamente inalcanzable.

Sin embargo, el destino, el estado placentero, suele ser imaginable. Aquí sólo ayuda una cosa: partir del País de la Risa, construir desde allí un puente con varios pilares de apoyo como conexión para poder salir de la Isla de las Lágrimas.

Un pequeño ejemplo del coaching:

En el siguiente ejercicio, primero debes encontrar tu estado actual, después tu estado objetivo y, a continuación, los pasos que te llevan del estado objetivo al estado actual. Me gustaría ilustrar cómo, a pesar de todo, esto lleva a la solución con el siguiente ejemplo de mi práctica de coaching.

Una clienta describió su estado actual como “congelado”, desesperado, difícil. Como estado objetivo quería actuar de forma “flexible y sonriente”.

Para la descripción “flexible y sonriente”, pensó en muchas situaciones en las que quería adoptar esta actitud: en la relación, en su comportamiento con las y los amigos, en el trato con el jefe. En la construcción del puente, ahora se le pidió que imaginara una situación poco antes de alcanzar su objetivo. Al hacerlo, encontró una situación que denominó “un paso adelante”.

Este era su típico ritual de inicio cuando tenía que hacer presentaciones, con el que se motivaba a sí misma e inmediatamente se sentía más activa. El siguiente pilar que le vino a la mente para conducirla hacia el estado actual fue una situación que denominó “esperar y ver”. Este era su comportamiento típico con un antiguo jefe, en el que siempre tenía que estar preparada para cualquier cosa y comprobar a la velocidad del rayo cómo podía proceder de la forma más favorable.

El siguiente paso atrás ya era la situación que ella había descrito como “congelada”. A partir del estado objetivo, sólo necesitaba dos “pilares puente” para construir un puente sólido desde su problema hasta la solución.
No se trataba de la utilidad real de los pasos para el objetivo, sino de la sensación que asociaba a las situaciones recordadas.

El objetivo del ejercicio era que la clienta y, sobre todo, su inconsciente aprendieran: “Es posible un cambio de estado emocional y, por tanto, también un cambio de comportamiento. A través de este puente puedo alejarme del problema y llegar a mi meta”.

Resolver problemas con el movimiento

Gunter Schmidt, psicólogo de Heidelberg, utiliza una estrategia similar a la del ejemplo anterior con su gimnasia de resolución de problemas.  Hace que sus clientes de coaching hagan gimnasia, por así decirlo.

Cuando pensamos en un problema, nuestra postura tiende casi automáticamente a ser encorvada, introvertida, con la cabeza y los hombros caídos.

Cuando encontramos la solución, adoptamos casi automáticamente una postura ganadora. ¡Pruébala! Primero adopta conscientemente la postura del problema con los hombros caídos, luego enderézate (“cabeza arriba, pecho fuera”) y cambia tu cuerpo a la postura de la solución / ganadora. Para que el cambio sea fluido y fácil, hazlo varias veces seguidas. Así tu cuerpo aprenderá que puede cambiar en un instante, lo que sin duda te hará bien. Tales cambios físicos siempre tienen un efecto en nuestros pensamientos, de modo que encontrarás ideas de solución mucho más fácilmente.

Conservar la sensación experimentada

Coloca las tarjetas con los nombres de los anclajes en un lugar visible de tu escritorio o en otro lugar adecuado de tu casa. Inconscientemente, leerás estas tarjetas una y otra vez y recordarás el ejercicio y la sensación asociada a él.

Te dará cuenta de que puedes alcanzar tu estado objetivo cada vez más rápido. Incluso si guardas las cartas en algún sitio, seguirán funcionando. Me ha ocurrido varias veces que he vuelto a encontrar esas tarjetas de anclaje en algún momento en mi cajón y me he dado cuenta de que había puesto en práctica exactamente estos pasos. Tú también conseguirás cada vez más dominar tu propia vida con confianza. El siguiente paso es reforzar tu autoeficacia. Si estás convencido(a) de que controlas el barco de tu vida, también conseguirás tus objetivos.

Fuente: Heller, Jutta (2013), Resiliencia: 7 claves para tener más fuerza interior. Gräfe und Unzer Verlag GmbH. Múnich. S. 62 – 67