Módulo 1: Fundamentos
Módulo 2: Primeros Auxilios Psicológicos
Módulo 3: (Auto)ayuda ante los síntomas post-traumáticos
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El cerebro triuno

El cerebro triuno

El modelo del “cerebro triuno” propuesto por el neurocientífico Paul D. McLean en los años 70 ofrece una manera simplificada de entender la complejidad del cerebro humano y sus funciones.

Es una herramienta útil para comprender cómo hemos evolucionado y cómo distintas áreas de nuestro cerebro contribuyen a nuestro funcionamiento y comportamiento.

Como el nombre “triuno” indica, el modelo divide el cerebro humano en tres partes:

  • El cerebro reptiliano encargado de la supervivencia.
  • El cerebro límbico encargado de las emociones y la memoria explícita.
  • El neocórtex encargado del pensamiento racional.

En este modelo, cada parte es consciente de forma propia y a la vez colabora con las demás.

Cerebro reptiliano

El cerebro reptiliano se encuentra en la base del cráneo, justo donde la espina dorsal se une con la cabeza.

Es considerada la parte más primitiva de nuestro cerebro y es responsable de las funciones vitales básicas necesarias para nuestra supervivencia:

  • la respiración,
  • la circulación sanguínea
  • los procesos de digestión y deglución.

Es la primera área del cerebro en recibir, filtrar y procesar la información sensorial y física.

Además, supervisa nuestros reflejos, las respuestas instintivas y mantiene nuestro equilibrio físico.

Podríamos considerar al cerebro reptiliano como una alarma ancestral, siempre alerta y preparada para activar los mecanismos de lucha o huida, incluso antes de que nuestra conciencia perciba un peligro.

Este es el protagonista cuando oímos un ruido fuerte y se nos acelera el corazón instantáneamente o cuando retiramos la mano rápidamente al tocar algo caliente.

Le interesa la dominación y la reproducción y categoriza los estímulos entre conocidos y desconocidos o atractivos y repulsivos.

Valora la previsibilidad y lo familiar y se resiste a los cambios, incluso cuando éstos podrían sernos beneficiosos.

El cerebro reptiliano no considera las consecuencias, la eficacia o las lecciones aprendidas. Puede llevarnos a buscar la comida que conocemos de nuestra infancia hasta cuando sabemos que no nos sienta bien, a repetir relaciones tóxicas o a cerrarnos a nuevas perspectivas y opiniones por miedo a la incertidumbre. Busca el placer inmediato y solo le interesa el ahora, sin considerar las consecuencias y repercusiones de los actos que inicia.

Necesita ser equilibrado por las partes más reflexivas y emocionalmente inteligentes de nuestro cerebro para navegar por un mundo complejo y en constante cambio.

La hiperactividad del trauma comienza aquí, con un cerebro reptiliano hipersensible a los estímulos que ve peligros y amenazas en todas partes.

Cerebro límbico

El cerebro límbico es a menudo llamado cerebro mamífero porque nos une a este mundo animal, ocupando así un lugar intermedio en la evolución cerebral.

Es responsable de nuestras emociones, juicios sociales, formación de memorias, sobre todo las emocionales, que son las que más se consolidan. Además del comportamiento y vínculo social y sexual, todas nuestras memorias emotivas están guardadas aquí y nos llevan a acercarnos o alejarnos de los estímulos sensoriales que guardan un espacio en nuestra mente.

Con el cerebro límbico formamos relaciones significativas, disfrutamos de las interacciones sociales y cuidamos a las y los demás.

Con la información de nuestros sentimientos y recuerdos emocionales, tomamos decisiones. Si no tienen la contribución del neocórtex, podemos tomar decisiones placenteras, pero sin lógica ni razonamiento, o quedarnos abrumados por el miedo sin parar a pensar y entender la situación.

En trauma, este efecto se acentúa y nos dejamos llevar por las emociones intensas que siente y recuerda.

Neocórtex

El neocórtex es la extensa capa de células cerebrales que envuelve gran parte de nuestro cerebro y que nos diferencia de la mayoría del mundo animal. Aquí se genera el pensamiento racional y la planificación. Desde aquí somos capaces de anticipar, crear e imaginar y de convertir los estímulos y las vivencias en experiencias conscientes y mentales que además podemos expresar con el lenguaje, incluso en los distintos idiomas que somos capaces de aprender.

En esta área está también la autoconciencia, esa capacidad de reconocernos como diferentes al otro. Nos permite reflexionar sobre nuestra existencia, nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestro lugar en el universo. Todas esas preguntas que dan sentido a nuestra vida y que construyen nuestros valores y motivan el propósito.

Esta misma capacidad de reconocernos a nosotros mismos nos permite reconocer al otro y sentir empatía.

Durante un trauma capturado por nuestra necesidad de supervivencia y por las emociones intensas, el neocórtex puede quedar debilitado, como si la información que recibimos nunca llegase a esta parte de nuestro cerebro.

Otro resultado de trauma que a menudo se presenta en trauma complejo es el contrario. En un intento de dejar de sentir las emociones intensas y dolorosas, nos refugiamos en la lógica, el control de las situaciones y en el pensamiento. Nos alejamos de la intuición, de las emociones y las sensaciones corporales, porque ahí hay demasiado dolor y desconfiamos de esa naturaleza emocional y del vínculo que en el pasado nos ha traicionado y herido.

La realidad es que el cerebro es mucho más complejo e integrado de lo que McLean postulaba, pero su modelo nos ofrece un punto de partida para entenderlo.

El modelo del cerebro en la mano del Dr. Daniel Siegel.

El psiquiatra Daniel Siegel nos ofrece una forma simple y visual de entender la estructura y función del cerebro humano, según el modelo triuno de McLean.

Utiliza la mano como un instrumento para entender la estructura y la función del cerebro para explicar cómo diferentes partes del cerebro interactúan entre sí, particularmente en situaciones de estrés o cuando gestionamos emociones.

Poniendo tu antebrazo y mano en vertical:

Imagina que tu mano es tu cerebro y tu muñeca y antebrazo representan la columna vertebral.

Dobla tu pulgar hacia la palma de tu mano:

El pulgar representa tu cerebro límbico y emocional.

Flexiona el resto de tus dedos sobre el pulgar:

Los cuatro dedos que envuelven el pulgar simulan el neocórtex.

Este “cierre” de los dedos sobre el pulgar simboliza cómo la corteza prefrontal modula y controla las reacciones emocionales.

Flip your lip (perder el control):

Siegel utiliza esta expresión para describir lo que sucede cuando las emociones se desbordan y perdemos la capacidad de usar la corteza prefrontal para pensar con claridad o regular nuestras emociones. En términos de la mano, sería como si levantaras los dedos, la corteza prefrontal, y dejaras al descubierto el pulgar, el cerebro límbico, simbolizando la pérdida de control racional ante el dominio de las respuestas emocionales.

Acá puedes ver la explicación senciall del modelo incluso comprensible para niños(as) de parte del Dr. Daniel Siegel (con sub-títulos en español).

Fuentes:

Macaya, María. (2024). Yoga sensible al trauma. Sanando desde el interior. Plataforma Editorial. Barcelona. Pág. 101-106