Para aquellos que les gusta algo un poco más poético, me gustaría compartir con ustedes otro tipo de ejercicio de conciencia corporal. Este es un ejercicio modificado de Phyllis Quistel, 1989.
Aquí puedes escuchar y/o descargar el audio.
Ahora imaginate una luz del sol o de la luna dependiendo de si prefieres una luz cálida o refrescante.
Luego imagina que estás guiando gradualmente un rayo de luz sobre y a través de tu cuerpo. Se dice que la luz vigoriza, regenera y cura el cuerpo.
Comienza por los pies y luego mueve la luz hacia las piernas.
Luego dale luz a tu pelvis y tu estómago.
En la zona donde se unen los arcos costales, imagina una flor que absorbe la luz y así se abre.
Cuando la flor esté completamente llena de luz, pídele que libere su luz nuevamente y déjala fluir hacia atrás para que toda la espalda reciba ahora luz de la flor.
Y luego imagina que en la zona de la laringe también hay una flor que se abre a la luz y absorbe la luz.
Y luego podrás volver a pedirle a esta flor que te regale su luz.
Y en esta ocasión la luz se distribuye en la zona del pecho y por toda la zona del cuello.
Y luego, con la ayuda del rayo de luz, baja por los brazos, desde los hombros hasta las yemas de los dedos.
Dale a tus hombros, brazos y manos esta luz para vigorizar, regenerar y sanar.
Y por último, dale luz a tu cabeza. Mueve el rayo de luz sobre tu rostro y luego por toda tu cabeza. Y la luz sana, vigoriza y regenera.
Completa este ejercicio imaginando que estás inhalando por la coronilla y exhalando por los pies.
Luego regresa a la habitación con atención plena.
Si haces uno de estos ejercicios con regularidad durante algunas semanas y piensas en la atención plena de vez en cuando en tu vida cotidiana, seguramente notarás algunos cambios en vos misma(o) y te sentirás más despierto(a).
Puedes encontrar muchos más ejercicios y también fundamentos teóricos en el Módulo 5: Atención plena
Reddemann, Luise. (2005). Imagination als heilsame Kraft: Zur Behandlung von Traumafolgen mit ressourcenorientierten Verfahren. pfeiffer bei Klett-Cotta. Stuttgart. Pág 38-39. Traducido y adaptado por Rita Muckenhirn.