Según Hans Selye, el estrés se puede dividir en estrés negativo, distress, y estrés positivo, eustress.
Los estímulos negativos son aquellos que se perciben como desagradables, amenazantes o abrumadores. El estrés sólo se interpreta negativamente cuando ocurre con frecuencia y no existe una compensación física.
También pueden producirse efectos negativos si la persona que sufre estrés no ve cómo afrontar la situación debido a su interpretación de los estímulos, por ejemplo en un examen, una competición o en un coche. En este caso, el distress o la angustia se puede prevenir enseñando estrategias adecuadas de manejo del estrés y afrontamiento.
El distrés provoca un aumento considerable de la tensión en el cuerpo, lo que provoca la liberación de ciertos neurotransmisores y hormonas como la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol, que pueden aumentar la atención y el rendimiento cognitivo y físico durante un período de tiempo limitado, pero a largo plazo conduce a una disminución de estas capacidades.
Un efecto a largo plazo del distrés y la falta de estrategias de afrontamiento pueden provocar el síndrome de agotamiento o burn-out.
El eustrés se refiere a aquellos factores estresantes que tienen un efecto positivo en el organismo.
Un potencial de estrés o de excitación es esencial para la supervivencia de un organismo.
El estrés positivo aumenta el estado de alerta y promueve el máximo rendimiento del cuerpo sin dañarlo.
A diferencia del distrés, el eustrés tiene un efecto positivo en el funcionamiento psicológico o físico de un organismo, incluso cuando ocurre con frecuencia y durante un largo período de tiempo.
El eustrés se produce, por ejemplo, cuando una persona está motivada por conseguir determinadas cosas o experimenta momentos de felicidad.
Fuente:
Luthmann, Timo. 2021. Politisch aktiv sein und bleiben. Unrastverlag. Münster. Pág. 64.
Traducido y adaptado por Rita Muckenhirn. November 2024.