Para entrenar nuestro músculo de empatía que es clave al momento de brindar Primeros Auxilios Psicológicas vamos a compartir acá algunos ejercicios de Joan Halifax.
Describo aquí cuatro prácticas clave que pueden ayudar al desarrollo de la empatía.
Las investigaciones sobre la relación entre la empatía y nuestra capacidad de sintonizarnos con nuestros propios procesos viscerales cambiaron mi planteamiento sobre cómo impartir formación en empatía y compasión.
Un ejercicio meditativo como, por ejemplo, una exploración corporal puede mejorar nuestra alineación con nuestra propia experiencia física y también podría ampliar nuestra capacidad de sentir la experiencia de otros y lograr que la empatía esté más accesible.
La exploración o escaneo corporal es un ejercicio sencillo que consiste en llevar la atención a distintas partes del cuerpo.
Podemos hacerlo sentados o en posición supina (acostado sobre la espalda), despacio o más rápido.
Podemos enfocarnos en cada parte del cuerpo de una en una o barrer todo el cuerpo con nuestra atención.
Comienza llevando la atención a la respiración y permite que el cuerpo se asiente.
A continuación, desplaza tu conciencia hacia arriba, partiendo de los pies y luego por las piernas, la zona pélvica, el estómago y el pecho.
Luego, desplaza tu conciencia hacia los brazos y dedos, al cuello y a la cabeza, hacia arriba hasta el cráneo. Después, guía lentamente tu atención por el cuerpo hacia abajo de regreso a los pies.
Para terminar la práctica, lleva de nuevo tu conciencia a la respiración y tómate unos tiempos para relajarte con la mente y el corazón abiertos y calmados.
La exploración corporal es una práctica de conexión con la tierra que nos puede sacar de la mente agitada y llevarnos al cuerpo.
Durante el escaneo podemos empezar a dejarnos llevar y a entrar en una relación más receptiva con el cuerpo.
La experiencia de sentir el cuerpo también nos puede proporcionar información valiosa sobre nuestros sentimientos y nuestras intuciones. Es más, podemos utilizar el escáner para afinar nuestra capacidad de sentir en la experiencia de otras personas.
Otro modo de estimular la empatía es a través de la experiencia de escuchar.
Para escuchar de verdad, salimos de nuestro estado de absorción personal de autoengaño, de las distracciones, nos apartamos del trance de nuestros dispositivos tecnológicos y descansamos en el momento presente con apertura y curiosidad.
Abrir nuestra experiencia para incluir a otra persona es un poderoso experimento de inclusión.
Escuchar de verdad a otra persona requiere que escuchemos con el cuerpo, con el corazón y con la mente y además escuchar más allá de los filtros de nuestra historia personal y de nuestros recuerdos.
Para practicar esa escucha profunda puedes escoger a alguien a quien conozcas bien o a una persona desconocida. Puede ser alguien que te está hablando en una situación cotidiana.
Permite que tu conciencia se expanda suavemente para incluirlos.
Al mismo tiempo permanece arraigado(a).
Percibe qué sensaciones, qué sensaciones físicas y qué emociones surgen en tu interior mientras te abres a su experiencia.
Después observa si puedes dejarte caer por debajo de cualquier juicio o sesgo hacia una mente caracterizada por la curiosidad y no por las preferencias o aversiones.
Observa si escuchar la voz de esa persona te ayuda a abrir más vívidamente tu conciencia a su experiencia.
Después déjalo ir. Vuelve a entrar en contacto con lo que esté surgiendo en vos en este preciso momento y relájate en la apertura.
Si bien la empatía es un paso necesario en el proceso de la compasión, necesitamos administrar nuestra empatía recordando la diferencia entre el yo y el otro. Este consejo puede sonar un poco raro en boca de una budista, ya que el budismo hace hincapié en que tenemos que sostener ambas verdades al mismo tiempo, que estamos interconectados con las y los demás y que también somos distintos unos(as) de otros(as).
Tenemos que caminar por ese delicado equilibrio, entreabrir nuestra experiencia continuamente y aceptar la singularidad de quienes somos.
Cuando estamos al límite de perder este equilibrio, podemos repetir las palabras de sabiduría que nos recuerdan que está bien que nos preocupemos por los demás, pero que no somos ellos.
Cuando estoy en presencia del sufrimiento de otras personas, con frecuencia utilizo las palabras siguientes como un apoyo.
Estas frases que aprendí de la maestra budista Shabon Salzberg nos pueden ayudar a enderezarnos a nosotros(as) mismos(as) cuando estamos a punto de despeñarnos hacia la angustia empática.
La cuarta práctica que quiero ofrecer fue desarrollada por John Paul Lederach.
John Paul es un sociólogo especializado en la transformación de conflictos y ha servido como consolidador de paz en Nepal, Somalia, Irlanda del Norte, Colombia y Nicaragua en asuntos relacionados con la violencia directa y con la opresión sistémica. Ha dedicado su vida a analizar y poner en práctica alternativas a la deshumanización y la violencia a través de procesos que reavivan la empatía, el respeto, la comprensión y la identificación mutua. A su práctica la denomina re-humanización.
John Paul explica que re-humanizar significa reavivar nuestra imaginación moral para ver al otro como una persona primero, vernos a nosotros mismos en el otro y reconocer nuestra humanidad compartida. También implica sentir el sufrimiento de las demás personas (empatía) y respetar la dignidad humana básica de todos y todas.
John Paul identifica cuatro tipos de imaginación.
La primera es “la imaginación del nieto”. Con esto quiere decir que los seres humanos deberíamos proyectarnos en el futuro y ver que nuestros nietos(as) y los nietos(as) de nuestros adversarios pueden tener fácilmente un futuro íntimo y común. Necesitamos cultivar la capacidad de imaginarnos en una red relacional que incluya a nuestros adversarios.
Aquí, para que seamos capaces de incluir a nuestros enemigos en nuestra experiencia, la empatía es imprescindible. Es un tipo de imaginación que nos permite ver más allá de nuestros conflictos actuales y nuestras formas de pensar sesgadas. Es una forma de empatía cognitiva que nos impulsa a trabajar por el bien común de todos y todas.
También nos motiva a buscar una vía basada en la comprensión de las diferencias en las perspectivas, que sea un camino para salir del odio y la deshumanización de las y los demás, a través de la empatía hacia la compasión.
El segundo tipo de imaginación es convertir el no saber, la ambigüedad, la curiosidad, la investigación y la humildad en aliados en el proceso de avanzar junto a nuestros enemigos, aquellos que están sufriendo y aquellos que son muy diferentes de nosotros.
Hace falta imaginación para mantener el corazón abierto a posibilidades inconcebibles, como hizo Hughes en Irak.
El tercer tipo de imaginación es la que nos permite ver un futuro diferente. John Paul la ha denominado imaginación creativa, la capacidad de visualizar el futuro de una manera que rehumanice a todos los implicados y cree la posibilidad de un cambio transformador, incluso contra todo pronóstico.
Este tipo de imaginación persigue un propósito resiliente y una paciencia revolucionaria, la capacidad de no tener miedo o impaciencia mientras imaginamos un horizonte más amplio de lo que creíamos posible.
El cuarto tipo de imaginación es la imaginación del riesgo, arriesgarse a no apegarse a los resultados, arriesgarse a sentarse con lo desconocido, arriesgarse a superar las divisiones y a afrontar la incertidumbre con curiosidad y fortaleza. Y tener el valor y el amor de afrontar la resistencia dentro de nuestras propias comunidades y nuestras propias mentes mientras nos esforzamos por terminar con la deshumanización, la cosificación del prójimo y el sufrimiento.
El poder de la imaginación y la empatía saludable nos permiten ver las cosas desde una perspectiva muy distinta y nos pueden guiar e inspirar para resistirnos a la normalización de lo intolerable.
Cuando vivimos en la zona donde se superponen las dos ecologías de la empatía e imaginación, podemos incluir la diversidad de la vida en nuestra experiencia y somos libres de encontrarnos con los compañeros de la valentía y de la entrega.
Fuente:
Halifax, Joan. (2020). Al borde del abismo. Editorial Kairós. Capellades. Pág. 125-130