Los enfoques ofrecen el marco de referencia desde el cual es posible desarrollar intervenciones psicosociales adecuadas, permiten ver más allá de la generalización y distinguir las particularidades y condiciones de las diversas poblaciones atendidas.
Los principios rectores son los que guiarán las acciones de atención (Organización Internacional para las Migraciones, 2018).
Comprende los comportamientos, emociones y pensamientos de las personas y los grupos, en el contexto social y cultural en el que se han desarrollado.
Supone que todas las personas, independientemente de su género, edad, cultura, nacionalidad o cualquier otra condición son titulares de todos los derechos y que el Estado y la sociedad en general deben garantizar los espacios, las oportunidades y las condiciones necesarias para que todas las personas desarrollen sus potencialidades y hagan uso pleno de sus derechos ciudadanos.
Reconoce las diferentes condiciones de vulnerabilidad asociadas con el género que enfrentan las personas. Este enfoque obliga a mirar cualquier situación social o programa de intervención desde una perspectiva que permita entender las necesidades específicas de mujeres y hombres y, además, los efectos diferenciales de cada situación.
Permite apreciar y valorar las múltiples diferencias de lo humano (el ciclo vital, la identidad de género, la orientación sexual, las condiciones de clase, la espiritualidad, la religión, los hábitos y las costumbres, la etnia, la nacionalidad, etc.)
Reconoce la diversidad desde el punto de vista étnico, cultural y de origen nacional, pero no se enfoca solamente en la coexistencia de estas diversidades, sino en los procesos de relación – intercambio entre estas y el enriquecimiento mutuo que deriva de esta interacción.
Implica involucrar a las personas en la toma de decisiones durante todo el proceso de la atención, en todas las etapas y niveles.
Actuar sin daño significa visualizar los efectos de las intervenciones a corto, mediano y largo plazo en la vida de las comunidades y de cada persona a quien se le brinda apoyo. Implica vigilar y revisar críticamente el impacto de las acciones que se desarrollan y aceptar que las intervenciones que funcionan en un contexto no necesariamente son las adecuadas en otro.
La revictimización se puede manifestar en actitudes que asumen las personas prestadoras de servicios; suelen consistir en descalificar a las personas, minimizar los hechos, mostrar falta de empatía, imponer decisiones que atañen a la vida de las personas y derivar a instituciones donde se les solicita la reiterada narración de los hechos y sucesos como parte del servicio ofrecido, lo que genera un aumento en el estrés psicológico que están atravesando.
Fuentes:
PNUD. (2022). Guía de Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) a personas en situación de movilidad humana. INTEGRA. Ecuador.
Adaptado por Rita Muckenhirn. 22.12.2024