“El cuerpo es un instrumento en constante melodía;
si deja de sonar, se acaba el concierto”.
Nazaret Castellanos.
El cerebro y el cuerpo están interconectados a través del sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico.
Así es como se comunican y colaboran.
El cerebro y la médula espinal forman el sistema nervioso central, mientras que los nervios que se extienden desde la médula espinal hacia todo el cuerpo conforman el sistema nervioso periférico. Esta vasta red permite un intercambio constante de mensajes entre el cerebro y diversas partes del cuerpo.
Para ello, utilizan miles de millones de neuronas distribuidas a través de todo el sistema que se comunican, transmitiendo y recibiendo mensajes. Y liberan neurotransmisores para que se ejecuten y regulen las distintas funciones de nuestro ser.
Algunos de los neurotransmisores quizás te resulten familiares. El GABA nos ayuda a relajarnos, la dopamina promueve el placer y la motivación, y la serotonina nos hace sentir felicidad. Que haya problemas en cualquiera de estos estados puede estar relacionado con una producción desregulada de neurotransmisores o con dificultades en las neuronas para liberarlos o captarlos.
Puede haber efectos sobre los niveles de neurotransmisores a través de nuestra nutrición, del ejercicio, del manejo del estrés y del sueño. De la misma manera, ingerir sustancias tóxicas, tener niveles de estrés alto o llevar una vida sedentaria, reducen la cantidad y eficacia de los neurotransmisores en nuestro sistema y con ello la calidad de nuestro bienestar mental y emocional.
Este intercambio de mensajes neuronales ocurre en ambas direcciones, del cuerpo al cerebro y del cerebro al cuerpo. El cuerpo envía al cerebro toda la información sensorial, incluyendo las emociones, a través de estas redes por vías aferentes, mientras que el cerebro responde a situaciones de estrés o dirige al cuerpo a través de estas redes y neuronas por vías aferentes. Hay más vías yendo del cuerpo al cerebro que en la dirección contraria.
Una razón más por la cual trabajar con el cuerpo es crucial para el bienestar.
Es fundamental considerar la influencia de las hormonas como el cortisol y la oxitocina que son impulsadas desde el cerebro hacia el cuerpo a través del eje HPA. Las hormonas se liberan en el flujo sanguíneo y viajan a través de éste para alcanzar diversos órganos y tejidos. Con la interocepción, el cerebro monitorea y regula los niveles hormonales.
En situaciones de trauma, el cerebro se acostumbra a niveles altos de cortisol y deja de regularse de forma equilibrada. Mediante técnicas de relajación, podemos influir positivamente en este proceso que el cerebro ha dejado de reconocer.
Además, a través de la conexión auténtica y la autocompasión, podemos impulsar la producción de oxitocina, el mejor antídoto contra el cortisol.
Fuentes:
Macaya, María. (2024). Yoga sensible al trauma. Sanando desde el interior. Plataforma Editorial. Barcelona. Pág. 119-121