Módulo 1: Fundamentos
Módulo 2: Primeros Auxilios Psicológicos
Módulo 3: (Auto)ayuda ante los síntomas post-traumáticos
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Trauma transgeneracional

El trauma transgeneracional

“Con el giro de esta rueda, el sufrimiento kármico se repite y 
el trauma se transmite de una generación a la siguiente
hasta que encuentra espacio, presencia y claridad,
hasta que es reconocido para que pueda ser sanado.”
Thomas Hübl

El trauma transgeneracional se refiere a la transmisión subconsciente y genética del trauma a generaciones futuras. Todo trauma no procesado ni sanado tiene el potencial de convertirse en un trauma que atraviesa generaciones afectando no sólo a quienes lo viven directamente, sino también a sus descendientes.

Mientras que el trauma intergeneracional se transmite directamente de padres a hijos, el trauma transgeneracional se extiende más allá, alcanzando a varias generaciones, incluso a aquellas sin contacto directo con el evento traumático original.

Las experiencias traumáticas no sanadas alteran nuestras relaciones, comportamientos, actitudes y creencias, formando los mensajes que transmitimos a nuestros hijos.

Heredamos estos patrones de generaciones anteriores y los pasamos a las siguientes, incluso sin nuestra intención explícita. El trauma también se hereda y transfiere con la epigenética, que estudia cómo las experiencias vividas pueden dejar marcas bioquímicas en nuestros genes que, sin alterar la secuencia del ADN, modifican la expresión de los genes.

Estas modificaciones epigenéticas pueden ser heredadas por generaciones futuras.

En 2013, un estudio científico en la Universidad de Emory evidenció cómo el miedo puede transmitirse de generación en generación.

Un primer grupo de ratones fue expuesto a dos estímulos que recibían uno detrás del otro.

Primero, olían un aroma llamado acetofenona, que es parecido al de las flores de cerezo, y acto seguido, sufrían una descarga eléctrica. Con el tiempo, los ratones desarrollaron una sensibilidad aumentada a ese olor de flor de cerezo y reaccionaban con tensión al percibirlo, incluso cuando ya no se les sometía a la descarga eléctrica. Su cerebro se había adaptado para ser más receptivo a este olor, un fenómeno conocido como condicionamiento que explica el poder de los gatillos o desencadenantes.

Lo más revelador fue que tanto los hijos como los nietos de estos ratones, que nunca habían sido expuestos directamente a este condicionamiento, también mostraban estrés ante el olor de la acetofenona y evitaban su contacto. Además, sus cerebros presentaban cambios similares a los de sus progenitores.

Reconocer la herencia de las heridas, vulnerabilidades y también fortalezas implica un trabajo de conciencia, gratitud y compasión hacia nuestros antepasados y hacia lo que portamos internamente.

Cada uno de nosotros(as) tiene la oportunidad de identificar aquellos rasgos, actitudes, creencias y comportamientos que nos han sido transmitidos. Al hacerlo, podemos discernir qué necesitamos conservar y qué no. Alineando nuestras acciones no sólo con nuestro presente, sino también con nuestros valores, reforzando así lo positivo y rompiendo el ciclo de aquello que nos perjudica.

Fuente:

Macaya, María. (2024). Yoga sensible al trauma. Sanando desde el interior. Plataforma Editorial. Barcelona. Pág. 82-84