Este curso de “resiliencia para una vida plena y un activismo sostenible” está dirigido a facilitadores(as), profesionales, activistas, defensores(as) de derechos humanos que promueven la transformación personal y socio-ecológica en diferentes ámbitos temáticos.
Por ello, vamos a introducir primero dos conceptos relacionados a este activismo:
En el 2019, la UNESCO ha introducido el concepto de Participación Transformadora Responsable[1]. Para ello, define primeramente el término de “transformación” y diferencia entre diferentes tipos de la misma.
En las definiciones estándar, la transformación se refiere a un cambio, más o menos radical y profundo, en la forma, naturaleza o apariencia. …, la transformación puede referirse a un posible cambio en dos niveles: primero, en la persona, en relación con el proceso que emprende para lograr una participación significativa; y, en segundo lugar, en las repercusiones de la participación de una persona en las instituciones y normas establecidas, que puede producir más o menos cambios dependiendo de su naturaleza, sus objetivos y su sostenibilidad.
Como primer paso, es útil analizar los diferentes tipos de participación transformadora que pueden asumir las personas. Estos tipos tienen diferentes implicaciones según la medida en que cuestionan las normas e instituciones establecidas (véase el cuadro que figura a continuación).
También pueden solaparse y cambiar con el tiempo, incluso en un mismo individuo.
El potencial de la participación para desafiar las normas e instituciones establecidas variará dependiendo del sistema político y la cultura, que pueden estar más o menos abiertos a la influencia de los ciudadanos. Por ejemplo, la expresión pública de opiniones en países donde la libertad de expresión es limitada puede ser más perturbadora que en países en donde se garantiza este derecho.
La participación puede ser colectiva o quedarse en el nivel individual. Ambas formas son puntos de partida válidos para emprender un proceso de empoderamiento y transformación. Sin embargo, la acción individual no organizada, sin importar cuán bien sustentada esté, puede ser poco eficaz para lograr las metas de transformación. Igualmente, cuando los individuos se unen a la acción colectiva sin profundizar su propio compromiso personal, pueden tener poco poder transformador
¿Cuál es el significado de una participación transformadora “responsable”?
La evaluación de la “responsabilidad” relativa de cualquier forma de participación depende de la perspectiva elegida para entender un contexto particular, los antecedentes históricos y las medidas llevadas adelante como resultado. Dicha evaluación podrá complicarse aún más debido a las nuevas tendencias de la participación transformadora, que incluyen la acción anónima y deslocalizada.
No obstante, varios factores pueden ayudar a guiar cualquier evaluación de este tipo.
En conjunto, deberá haber una armonía significativa entre estos tres factores, siguiendo el principio de “no hacer daño”.
En general, la violencia se asocia con actos revolucionarios que hacen uso de la fuerza física, mientras que la participación transformadora, promovida mediante la educación para la ciudadanía mundial (ECM) y la educación para el desarrollo sostenible (EDS), se enmarca en un registro diferente, en el que la violencia no es una opción, y en el que la acción deberá ser pacífica, proporcionada, participativa, abierta y basada en el diálogo. Dicho esto, a veces la violencia forma parte de la participación transformadora, y tales actos conducen a acalorados debates sobre su justificación. En el mejor de los casos, esos actos deberán considerarse en su contexto, determinados por las características específicas de una situación dada.
[1] Extracto de UNESCO. (2019. Enseñando y aprendiendo para una participación transformadora.