También me gustaría incluir el siguiente ejercicio en esta lección sobre la “Apreciación de los recursos disponibles”.
Si prefieres escuchar de una sola vez el audio y/o descargarlo, acá lo tienes:
El punto aquí es experimentar conscientemente que una carencia percibida no es general, sino sólo relativa, y que, en última instancia, todo significado está presente en el universo. Este ejercicio se llama ejercicio de los cinco elementos.
En este ejercicio se trata de la tierra, el fuego, el aire, el agua y el espacio, que también se entiende como un elemento en el budismo.
Te das cuenta de que este elemento está presente en el exterior, es decir en la naturaleza, y en tu propio cuerpo. Ahora uno se pregunta hasta qué punto el elemento está representado en “el corazón y en la mente”.
Si llegas a la conclusión de que falta el elemento, por ejemplo, que no hablas lo suficiente, que no estás lo suficientemente conectado(a) a la tierra, que no fluyes lo suficiente, que no eres lo suficientemente ligero(a), que no tienes suficiente aire, que no tienes suficiente fuego, si no te das suficiente espacio, entonces decides no seguir lidiando con la carencia, sino con lo que ya está allí, es decir, el elemento exterior y interior del cuerpo.
Cierra los ojos o enfócate en una imagen que representa cada uno de los 5 elementos.
Enfocate en el elemento de la tierra.
Ahora enfócate en el elemento del fuego.
Ahora enfócate en el elemento del aire.
Ahora enfócate en el elemento del agua.
Ahora enfócate en el elemento del espacio.
La idea detrás de esto es que la exposición continua al elemento conduce a un aumento de ese elemento donde falta.
Este ejercicio, originalmente de Silvia Wetzel, se puede ampliar buscando algo en la naturaleza que te recuerde al elemento.
Por ejemplo, una piedra, un cuenco de agua, una pluma, la luz de una vela, una vaina de semilla, etc.
Fuente:
Reddemann, Luise. (2005). Imagination als heilsame Kraft: Zur Behandlung von Traumafolgen mit ressourcenorientierten Verfahren. pfeiffer bei Klett-Cotta. Stuttgart. Pág 28. Traducido y adaptado por Rita Muckenhirn.