Módulo 1: Fundamentos
Módulo 2: Primeros Auxilios Psicológicos
Módulo 3: (Auto)ayuda ante los síntomas post-traumáticos
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La empatía y los otros estados límite

La empatía está estrechamente entrelazada con los otros estados límite. Cuando experimentamos angustia empática, podemos intentar aliviar el sufrimiento ajeno a través de esfuerzos heroicos que no son sino altruismo patológico que nos puede llevar fácilmente al agotamiento. Nuestras acciones pueden perjudicarnos no sólo a nosotros(as) mismos(as), sino también a aquellos a quienes servimos al permitir sus disfunciones o privar a otras personas de su autonomía.

Otro estado límite al que somos proclives es el sufrimiento moral.

En situaciones que implican violencia sistémica o injusticia, es fácil que sintamos distrés moral y rabia al empatizar en exceso con otras personas, lo cual puede desembocar a su vez en una espiral de evitación, insensibilización y agotamiento. Leslie Jameson escribió sobre la empatía potencialmente invasiva un poderoso ejemplo de falta de respeto.

Recuerdo estar sentada frente a un profesor japonés en Kyoto. Él asistía a la formación sobre compasión que yo impartía. Lloró cuando me contaba lo mucho que le abrumaba el sufrimiento de sus estudiantes.

Estaba exhausto y parecía haber caído hacia el límite de la angustia empática y el sufrimiento moral. Atrapado en un sistema educativo tremendamente competitivo, me contó que sus estudiantes siempre estaban preocupados y estresados y que a estas alturas casi no podía distinguir su propia angustia de la de sus alumnos. Creía que el sistema educativo estaba obligado a muchos de sus alumnos a convertirse en hikikomori, personas que se retiran completamente de la sociedad.

Dijo que probablemente que hay más de un millón de jóvenes japoneses, la mayoría hombres, que viven recluidos en sus hogares y sostuvo que una de las razones de este fenómeno era la represiva cultura educativa japonesa. Al profesor le preocupaba estar contribuyendo al creciente aislamiento emocional y social de sus estudiantes, provocado por los duros métodos de enseñanza que la escuela le obligaba a emplear. Agotado emocionalmente, desgastado y desmoralizado, ya no era capaz de separarse del sufrimiento de sus estudiantes y sentía que no podía seguir enseñando.

Igual que sus alumnos, se estaba desintegrando y se sentía expulsado de la sociedad hacia el aislamiento. Me rogó que le enseñara a manejar su angustia empática y sus conflictos morales a la hora de administrar exámenes competitivos y de cumplir con otras exigencias del sistema educativo y japonés. Pasamos un tiempo explorando métodos de enraizamiento y formas de reevaluar la situación, así como otros enfoques sobre la compasión (como GRACE), me aseguré de que entendía que estas prácticas de reflexión no estaban diseñadas para ayudar a las personas a adaptarse a una situación insostenible. Afirmé que sentía que su angustia reflejaba preocupaciones apropiadas sobre un prejuicio que era real y le alenté a que comprendiera su sensación de verse sobrepasado como una respuesta realista ante un daño. Lo que era importante para él era recuperar su equilibrio y luego llevar a cabo una acción desde un lugar de fortaleza y no desde la fragilidad.

Fuente:

Halifax, Joan. (2020). Al borde del abismo. Editorial Kairós. Capellades. Pág. 123-124