Las nuevas tecnologías, las redes globales, la accesibilidad constante, las computadoras, los teléfonos móviles, las tabletas y un sinfín de canales de redes sociales compiten constantemente por nuestra atención. Planificar fue ayer, reaccionar rápidamente es hoy.
La vida laboral actual exige un nivel extremadamente alto de presencia, atención, concentración y atención plena por parte de las personas.
Además, el mundo se ha vuelto incierto, más impredecible, más rápido y, sobre todo, mucho más complejo que antes. Los informes de crisis, terror, desastres ambientales, miedos latentes y procesos de cambio permanentes son parte de una nueva vida cotidiana que ya no se puede gestionar con estrategias familiares, conocidas y aprendidas previamente.
Las personas – que pueden tener acceso – acuden a terapia de resiliencia porque han alcanzado sus límites físicos y mentales. Tienen que dejar viejas zonas de confort y reasentarse en un mundo nuevo.
No hay fenómenos uniformes.
Algunas personas están muy estresadas, inquietas y anhelan estructura, orden, seguridad y orientación. Hay cada vez más personas alrededor del mundo forzados a emigrar o refugiarse. Las y los profesionales que muchas veces tienen que lidiar con sus propios traumas están desbordados y sufren muchas veces de traumas secundarios.
Otras personas están extremadamente aburridas y sin desafíos porque quieren más autonomía y libertad creativa del sistema en el que operan, trabajan y/o desempeñan una labor social y/o política. En última instancia, quieren poder utilizar las diversas opciones y libertades que el nuevo mundo les ofrece.
Un fenómeno con síntomas múltiples y diversos.
Burn-Out por aquí y síndrome de Bore-Out por allá. Experiencias traumáticas severas, por un lado, sub-desafíos insoportables y falta de desarrollo de su potencial, por el otro.
Los fenómenos con los que a menudo hay que trabajar al mismo tiempo en la facilitación de resiliencia hoy en día son diversos. No pueden manejarse según el principio de “o lo uno o lo otro”, sino sólo según el principio de “tanto lo uno como lo otro”.
Por lo tanto, la gestión estándar del estrés por sí sola ya no puede responder a todas las preguntas que traen consigo los grandes procesos de transformación de nuestro tiempo. El enfoque de resiliencia, por otro lado, ofrece a las personas la oportunidad de participar en un proceso de adaptación más amplio y holístico. Les invita a cuestionar fundamentalmente viejos patrones de comportamiento, pensamiento y sentimientos y a aprender nuevas estrategias para lidiar con micro y macro crisis continuas.
La resiliencia nos permite emprender procesos de adaptación y superar crisis físicas, mentales, sociales, políticas y ecológicas. Basándonos en los hallazgos de numerosos estudios a largo plazo y en investigaciones cada vez más interdisciplinarias sobre la resiliencia, ahora sabemos cada vez más sobre las diversas conexiones y facetas de esta fascinante meta-competencia in la cual el progreso social y el desarrollo de potenciales en cualquier forma no serían posibles.
Con este curso nos gustaría presentarles los modelos actuales y los enfoques integradores con los que se pueden crear, fortalecer y/o promover las competencias necesarias para la resiliencia de forma sistemática y en función de las necesidades de las personas y sistemas sociales.
En la facilitación de procesos de resiliencia, trabajamos con la persona o el grupo en su capacidad para afrontar las crisis de forma independiente.
Esto significa que luego del proceso de facilitación, la persona o el grupo es capaz de demostrar la capacidad de actuar adecuadamente ante un problema, una tarea difícil o un desafío crítico de acuerdo a la situación.
Algunas personas, ante crisis y desafíos, de repente demuestran competencias que tal vez ni siquiera sabían que poseían. Estos pueden ser, por ejemplo, comportamientos que siempre han estado latentes en la persona, pero que nunca salieron a la luz debido a las condiciones del contexto.
Ejemplo:
Después de la repentina separación de su marido, la señora M. demuestra que no sólo ha sido durante años una buena ama de casa y madre, sino que siempre ha tenido muchos talentos no utilizados, pero sobre todo un buen sentido para los negocios. En pocos meses empezó a trabajar por cuenta propia en su antiguo trabajo y abrió con éxito una agencia de traducción, con la que se independizó económicamente más rápido de lo esperado.
Además del trabajo de duelo profundo, la facilitación del proceso de resiliencia para la Sra. M. implica rápidamente revitalizar sus talentos perdidos y desarrollar nuevas visiones, valores y objetivos de vida.
Otras personas acuden a nosotros(as), las y los facilitadores de resiliencia, en busqueda de asesoría sobre resiliencia porque, ante una emergencia repentina o un cambio de vida, de repente ya no pudieron demostrar ciertas competencias a las que antes habían podido acceder fácilmente.
Después de un despido imprevisto, el Sr. G no puede superar durante muchos meses la ira y el dolor que surgió en relación con el despido. Se siente traicionado por su empleador, al que había sido fiel desde hace más de 30 años, y no puede imaginarse empezar de nuevo a los 55 años.
Su actitud, por lo demás tranquila, pragmática y siempre orientada a las soluciones, ya no le resulta accesible. En el coaching de resiliencia, el Sr. W. necesita encontrar maneras de adaptarse a la situación de vida completamente nueva y de fortalecerse y reorientarse en casi todos los niveles de competencia.
La competencia se basa en los siguientes elementos.
La personalidad de la persona incluye sus necesidades fisiológicas, pero especialmente psicológicas, sus actitudes, valores y motivadores internos.
Esto incluye todo lo que una persona ha aprendido en la escuela, en el entrenamiento vocacional y educación superior, sus cualificaciones, títulos, los aprendizajes auto didácticos, la formación permanente, etc.
Que una persona pueda demostrar su potencial y sus competencias depende de qué experiencias ha tenido hasta ahora y en qué medida el contexto actual le permite actuar.
La competencia describe el momento en que todo se junta. La persona demuestra un pensamiento, sentimiento y comportamiento apropiados visibles y observables externamente frente a un desafío específico y concreto.
Fuente:
Amann, Ella Gabriele; Egger, Anna. (2021). Micro-Inputs Resilienz. managerSeminare. Bonn. P. 9-12